La base de EE UU en Manta tiene los días contados
La aplastante victoria del presidente Rafael Correa en la consulta para convocar una Constituyente con plenos poderes ha despertado el temor de la oposición y de muchos expertos de que cumpla con su promesa preelectoral de no permitir que militares estadounidenses sigan en la base militar de Manta cuando expire el contrato de colaboración firmado en 1999 por diez años.
"Si los estadounidenses quieren una base acá, que nos permitan tener una en Miami", ha dicho Correa para justificar su decisión de echar a los estadounidenses en dos años. La oposición recuerda que Venezuela expulsó a la agencia antidroga estadounidense (DEA) hace unos años y en los últimos años el narcotráfico ha aumentado significativamente, según el Departamento de Estado de EE UU.
Ecuador, según la misma fuente, es hoy uno de los principales lugares de almacenamiento y tránsito de las drogas que desde Colombia y Perú van a América del Norte por el Pacífico. "Los narcotraficantes explotan bien las porosas fronteras ecuatorianas, sus puertos, y su enorme zona exclusiva marítima", dice el informe de 2007 de Washington sobre la situación de la lucha mundial contra las drogas.
Lo que se debate ahora en Ecuador es si la salida de los militares estadounidenses influirá negativamente en la lucha contra el narcotráfico.
Aaron Sherinian, portavoz de la Embajada de EE UU en Quito, informa de que la base de Manta pertenece a la Fuerza Aérea ecuatoriana y que "los militares estadounidenses sólo ocupan el 10% del recinto". Allí hay ocho aeronaves desarmadas, 15 militares trabajando a tiempo completo y unos 150 pilotos, miembros de tripulación y otro tipo de personal militar que permanece por periodos de pocos días o semanas.
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