Torres Jerez: "Brindo este toro a mi madre, la mujer que más quiero"
Reverdeció el maestro Esplá en su segundo toro. Fue como un rayo de sol en invierno, en medio de la gélida temperatura que transmitían a los tendidos los toros de Guardiola, a pesar del calor ya reinante. En su primero, la cosa se había puesto seria. La corrida era tan sosa que ni siquiera apetecía imaginar que podría ser mejor. El maestro tal vez se preguntaba mientras intentaba agradar al respetable que qué hacía el ahí ya.
De nuevo, el azar hizo posible que saliera un bravo sobrero con el que pareció revivir, con verónicas, navarras serpentinas y otros vistosos pases. Brilló también en la muleta, ofreciendo vistosidad y calentando la plaza. En cualquier caso, parece que el maestro ya no parece estar para muchos más ruedos y su ciclo parece próximo a cerrarse. El tiempo no pasa en balde para nadie y su actitud ya no parece ser la misma de siempre, a pesar de que salió a saludar a los medios en medio de una fuerte ovación.
Tampoco estuvo para hablar en toda la tarde, prefiriendo atender a sus obligaciones como director de lidia. "Brindo la muerte de este toro a mi madre, la mujer que más quiero en este mundo". No le pudo ofrecer a la autora de sus días un gran triunfo, pero sí toreo suave y templado, hasta que el parado toro se lo consintió, y un arrimón de susto, que mejor que no viera la destinataria de su brindis: "Torear en un ruedo tan especial como éste, con lo que yo me juego, y no tener toro ha sido una pena. El toro no se ha movido y yo creo que he estado muy serio; le he puesto la muleta en todo momento pero no ha podido ser. La gente me ha recibido muy bien; la pena es que no ha habido material".
Faena clásica
El azar influye en esto de los toros con la misma importancia que la voluntad, el valor o el talento. Cuando parecía que Torres Jerez comenzaba a hilvanar una faena de corte clásico y templado en su segundo, comenzó el aire a levantarle la muleta. A pesar de ello mostró su despaciosidad y armónico sentido de la faena: "La primera tanda que le he dado al toro se la ha tragado muy bien. Tenía posibilidades, pero ha habido un momento que no podía ni menear la muleta por causa del aire. También tenía que haberlo matado bien, pero sobre todo ha sido una pena porque el aire no me ha dejado torear".
Era la imagen justa del agarrotamiento Álvaro Justo en su primero. Su cuerpo era incapaz de expresar otra cosa que un abrumador sentimiento de responsabilidad. Son muy pocas corridas y mucho tiempo esperando ésta, que fue aplazada, además de mucha juventud: "El toro no ha sido gran cosa, pero yo tampoco le he ayudado mucho. La verdad es que no lo he visto muy claro. Al entrar a matar por el pitón derecho me he cagao". Tampoco logra zafarse de ese bloqueo en el toro que cierra plaza y la conclusión sobre su situación es inevitablemente amarga: "Se me ha complicado mucho todo después de esta tarde, que era clave para mí, y no he estado como debía."
Babelia
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