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Territorio 'komantxe'

Además del dominio sobre el espacio linguístico euskaldun -enseñanza, medios de comunicación-, el ámbito municipal es otro pilar donde el Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV) asienta su poder. El control sobre el territorio, especialmente en pueblos de pequeño y mediano tamaño o en los cascos antiguos de las ciudades, permite hacer visible una suerte de territorio liberado, enclaves estratégicos para un proyecto revolucionario tan real como la vida en algunas localidades del País Vasco y de Navarra, donde la actividad política de algunos partidos es semi-clandestina y la de otros prudentemente discreta.

Intimidar a la población y condicionar su libre expresión son rasgos característicos de los movimientos totalitarios. Dicho poder coactivo, fundado en el temor a que determinadas opiniones acarreen amenazas o agresiones, conduce a evitar determinados temas, y a que estos se traten exclusivamente en la intimidad, o de forma elusiva en público. En Euskadi este poder se ejerce desde hace décadas y se multiplica cuando, además, es respaldado por una representación institucional y un apoyo mediático. El discurso de la violencia forma una ideología que justifica y persuade sobre la necesidad de una violencia defensiva que haga frente a la estructural que se achaca al capitalismo y al Estado. Se trata de una dogmática que se difunde a través de una red comunicativa-formativa que cuenta con una importante dimensión local, y que procura una impunidad ética y social para poder ejercer la amenaza, la persecución y la agresión en nombre de la construcción nacional de Euskal Herria. Una doctrina que preteriza los derechos civiles de los ciudadanos en favor de una simbología colectiva -independencia, euskara, socialismo-, constructos a quienes se hace depositarios de unos derechos inalienables y en cuyo nombre, cual ídolos totémicos, periodicamente se realizan sacrificios humanos.

El control del llamado MLNV sobre pueblos pequeños permite hacer visible una suerte de territorio liberado

Semejante pulsión totalitaria capaz de justificar cualquier salvajada fluye también en otros ámbitos y territorios: circulos sociales, asociaciones culturales, deportivas, ecologistas, feministas, juveniles..., que forman una tupida red: un frente popular de acción de masas ligado a un aparato político y a una vanguardia armada. Pero la clase político-mediática prefiere seguir ignorando la ideología leninista y la estructura político-militar característica de un movimiento de liberación nacional, y confundir a ETA con Batasuna o, ingenuamente, exigir de sus sucesores que condenen la violencia terrorista y rompan con ETA. Sin embargo, la pereza intelectual y los orondos intereses partidocráticos no dudan en hacer caja y política con el terrorismo. Así, mientras el PSOE ha creído poder obtener un plus electoral decisivo y terminar con la violencia mediante unas "discretas conversaciones", el PP aprovecha el terrorismo para apuntalar el nacionalismo español -eficaz tapadera de intereses diversos- y para combatir la competencia política que representan otros sentimientos identitarios, al tiempo que una parte del nacionalismo vasco es connivente con la violencia política que silencia a los representantes del nacionalismo español en Euskadi. Puede decirse que, en torno al terrorismo, la partidocracia comparte intereses que le permiten diferir la dificil tarea u ocultar su incapacidad para desarrollar políticas de calidad en educación, sanidad, medio ambiente o vivienda.

En este contexto, las recientes elecciones municipales y forales, además de reflejar su condición minoritaria, alrededor de un 8% del censo electoral, también han servido para fortalecer al MLNV. La contradictoria vía empleada por el Gobierno español -proponer la ilegalización de la lista de ANV en un ayuntamiento y permitirla en el vecino- le ha posibilitado concurrir a las elecciones en el papel de víctima de un pucherazo y esta estrategia ha favorecido su recuperación electoral. No sólo los cerca de 180.000 sufragios representan una mejora de alrededor de un 15% sobre su anterior resultado de 2003, cuando alcanzó 150.000 votos nulos, sino que su parcial legalización le ha permitido hacerse con más de 400 cargos electos. Esta importante cantidad de representantes le va a permitir tener una presencia significativa en la gestión del poder local, particularmente en Guipúzcoa -donde el PNV no ha presentado candidaturas en casi 40 municipios- y en algunos ayuntamientos vizcaínos y navarros, territorios donde ANV ha obtenido la mayoría absoluta en 25 y relativa en otros 14. Además, la parcial deslegalización de facto en más de un centenar de municipios del País Vasco y Navarra le posibilitará condicionar la vida municipal en otros donde sus concejales son claves para fijar mayorías.

Precisamente, la cuestión de los posibles acuerdos municipales con ANV, que en ningún momento de la campaña se desmarcó de las coacciones y agresiones cometidas sobre el resto de fuerzas políticas y que se prolongaron hasta pie de urna, plantea la contradicción en la que incurren algunas fuerzas políticas, que reclaman a Batasuna y sucesores una condena de la violencia, pero se manifiestan dispuestas a alcanzar acuerdos con su representación política, validando de esta manera un hacer político-militar.

Iñigo Bullain es profesor de Derecho Constitucional y Europeo de la UPV.

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