Vecinos de la Sagrada Familia exigen poner coto al paso de centenares de autocares
Los residentes han propuesto dos emplazamientos de aparcamientos alternativos
La media diaria de autocares de turistas que pasan y aparcan en las calles que rodean la Sagrada Familia es de 150 al día, según un estudio de movilidad de la zona. A este estudio se acogen los residentes de esa parte del Eixample para exigir al Ayuntamiento que ponga freno a esa presión. Los vecinos de la Sagrada Familia han propuesto dos emplazamientos diferentes para evitar que los turistas lleguen en autocar al pie del templo y aguardan respuesta desde hace cinco meses. El agobio del tráfico se acentúa especialmente desde la primavera y en verano roza lo insoportable.
Los habituales parones pre y poselectorales parece que están perjudicando a esa zona del Eixample. "Nosotros planteamos en enero sentarnos en una mesa con todas las partes implicadas, desde los operadores turísticos a la junta del templo, el distrito y nosotros mismos. Y pusimos sobre la mesa dos propuestas que todavía no hemos conseguido debatir ni con la regidora ni con nadie", explica Manel Ruiz, presidente de la asociación de vecinos de la Sagrada Familia.
Las dos propuestas eran sobre emplazamientos de aparcamientos. Una de ellas en la plaza de las Glòries y desde allí un servicio de autobuses lanzadera hasta la Sagrada Familia o la cercana plaza de Neruda, en la confluencia de Diagonal y Aragó. Las dos persiguen evitar el acceso de los autocares de turistas que hasta ahora o estacionan junto al templo, sobre todo en la calle de Marina, o dan vueltas por los alrededores para hacer tiempo y recoger, de nuevo, al pasaje. Parte del turismo que visita la Sagrada Familia en autocares llega de localidades de la costa para pasar un día en Barcelona. Tienen varias visitas programadas y de ahí las prisas de los conductores: "estacionan donde quieren o dan vueltas, que no sé lo que es peor", insiste el representante vecinal. Un vistazo a la zona cualquier día por la mañana -la intensidad del ir y venir de autocares se reduce a partir de las cinco de la tarde- basta para ver lo agobiante que resulta.
Muchos de los residentes de esa zona del Eixample consideran que las relaciones del vecindario con el templo no son las óptimas, sobre todo en los últimos años, a medida que la presión del turismo ha ido aumentando. Un turismo que redunda en beneficios directos para la junta constructora de la Sagrada Familia, que recientemente explicó que en 2006 el templo expiatorio recaudó 27 millones de euros. Las quejas por las luces de la fachada de la Pasión -cuya intensidad la junta se comprometió a corregir- y no tener más remedio que blindar los cristales de los pisos en los inmuebles más próximos son dos ejemplos de los problemas del vecindario.
"El acoso del turismo ha expulsado a mucha gente del barrio, que ha visto cómo se deterioran a marchas forzadas los dos parques que rodean el templo", subrayan los vecinos. Aseguran, además, que no se aprecia el refuerzo de las brigadas de limpieza que ha ordenado el distrito.
Pero el principal caballo de batalla vecinal es el tráfico de autocares porque consideran insólito que en una zona de la ciudad con dos líneas de metro y varias de autobuses se permita el paso de los autocares. En otras partes de la ciudad, como La Rambla, se limitó el paso a los autocares que van a los hoteles. Y también se puso coto a los que aparcaban en la avenida de la Catedral, aunque el problema no se ha resuelto del todo.
Licencia de vado
En el caso de la Sagrada Familia, el Ayuntamiento quiso impulsar la construcción de un aparcamiento subterráneo para autocares bajo la plaza Gaudí. Fue una propuesta rechazada por los vecinos porque se oponen a la llegada masiva de autocares al barrio.
Y también en relación a la Sagrada Familia, fuentes del distrito señalaron que el pasado miércoles se expidió una licencia de uso para salida y entrada de vehículos y la construcción de un vado en el número 401 de la calle de Mallorca. Esa licencia se concedió después de que los servicios técnicos del distrito requirieran que se restaurara el suelo de la acera dañado por el paso de los camiones (Véase EL PAÍS del pasado domingo). Fue tras una inspección realizada a finales de mayo: "cuando pasa algo así lo que hay que hacer es legalizar el vado y después el constructor debe rehacer la acera, que es la práctica habitual en cualquier obra de ciudad", subrayaron las mismas fuentes.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.