La tele de los niños
Los niños se están quedando sin programación propia, lo que no quiere decir que se estén quedando sin tele. En el parrillismo clásico se atribuyen unas horas a la audiencia infantil. Y hay programas exclusivos para ellos, desde los consagrados lunnis de TVE a los elaborados algos de Cuatro. Es el momento idóneo para los dibujos animados y los payasos, con o sin nariz roja. Pocas cadenas, sin embargo, ocupan estas supuestas horas infantiles con programación pensada para esta clientela. El sábado por la mañana todavía, pero las tardes han sido copadas por otro tipo de ofertas, algunas muy infantiloides pero no exactamente infantiles, que es otra cosa. Eso conduciría a pensar que los niños no tienen tele. Pero no es así, porque este público ve televisión a horas impensables. Eso lo han constatado las autoridades británicas. Para combatir la obesidad de dos millones y medio de chavales... prohibieron la publicidad de comida basura en determinadas horas.
Ahora, un estudio demuestra que los niños siguen viendo esta publicidad porque sus programas favoritos son los mismos que gustan a los adultos en el llamado prime time. Ninguno de los 20 programas más vistos por la chiquillería británica entraba en la zona predeterminada como infantil y sólo siete de los top 50 eran programas protegidos.
La polémica doméstica se centra ahora en si hay que ampliar el espectro horario en el que está prohibida esta publicidad o no. Algo a lo que las emisoras, y los publicitarios, se oponen por el coste que tendría. Otro debate, éste más antiguo, es si tantas horas de tele perjudican por la inmovilidad a que somete, por los contenidos que transmite, por ambas cosas o no hay para tanto. En cualquier caso, ¿quién es el responsable de que los chavales estén ante la tele a deshoras? Desde luego, en primer lugar, sus padres o tutores. Pero es que la televisión ha resultado ser la mejor guardería. Quizás no aprenden gran cosa, pero se están quietos.
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