La desertificación afecta ya al 28% de la superficie de la comunidad
Un informe alerta de la degradación de algunas zonas por el uso humano
La desertificación avanza de un modo preocupante por el territorio andaluz, que se encuentra ya afectado en un 28% de su superficie total. Sólo el 17% del mapa andaluz sufre lo que se llama desertificación heredada o desertización (debida a procesos naturales), que se deja sentir especialmente en Almería (el 89% de su superficie provincial), pero otro 11% se debe a la desertificación que da lugar a la acción del hombre por causas como la deforestación, la erosión o la agricultura y ganadería intensiva.
Un plan autonómico fomenta las buenas prácticas agrícolas
La Junta invertirá el próximo año 339 millones en frenar la desertificación
La desertificación avanza de un modo preocupante por el territorio andaluz, que se encuentra ya afectado en un 28% de su superficie total. Sólo el 17% del mapa andaluz sufre lo que se llama desertificación heredada o desertización (debida a procesos naturales), que se deja sentir especialmente en Almería (el 89% de su superficie provincial), pero otro 11% se debe a la desertificación que da lugar a la acción del hombre por causas como la deforestación, la erosión o la agricultura y ganadería intensiva.
El 60% de la provincia de Granada o el 33% de la de Málaga también padecen ya el avance del desierto, debido principalmente al mal uso de los suelos (en muchos casos con el sellado de suelos que produce la fiebre urbanística) y a la pérdida de cubiertas vegetales.
Aunque el problema de la desertificación en Andalucía se ha relacionado tradicionalmente con el sureste de la región, y especialmente con el desierto de Almería, el último informe de la Consejería de Medio Ambiente sobre la desertificación pone de relieve que los procesos de degradación que sufre el oriente andaluz son de menor importancia, en términos de desertificación, que los de otros territorios que hoy están sometidos a un intenso uso humano. Sirva como ejemplo que las pérdidas de suelo calculadas para las zonas desérticas en Andalucía son de sólo tres toneladas por hectárea y año, mientras que en otros territorios de uso agrícola éstas pérdidas se elevan a más de 200 toneladas.
José Guirado, director general de Gestión del Medio Natural, subraya el impacto que producen las actividades agrícolas y ganaderas de uso intensivo, el arrastre de suelos, la sobreexplotación de acuíferos por salinización o el uso abusivo de fertilizantes y productos químicos. "El abandono de los usos agrícolas es una de las principales amenazas a corto plazo", advierte Guirado. La Consejería de Medio Ambiente se ha rodeado de un grupo de expertos que asesoran sobre este tema, entre los que se encuentran el doctor de la Universidad de Granada Regino Zamora, experto en repoblaciones en alta montaña y responsable de varios estudios sobre regeneración de áreas calcinadas o el ingeniero de montes del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) José Luis González, de la Estación Experimental del Zaidín.
En el caso de la agricultura, la desertificación se origina por la mala adecuación entre el uso de la tierra y su aptitud. Así por ejemplo, en la provincia de Jaén, donde el 46% del territorio presenta un riesgo alto o muy alto de erosión, el 53% de la tierra está dedicada al uso agrícola, a pesar de que sólo el 17% tiene capacidad de uso agrícola o forestal buena o excelente, según expone el Plan Estratégico de Jaén. El uso de tierras marginales, con elevadas pendientes y tratamientos agrícolas severos, redunda en un agravamiento considerable de las pérdidas de suelo.Las Consejerías de Medio Ambiente y Agricultura han puesto en marcha un plan para incentivar las buenas prácticas agrícolas en sintonía con el nuevo criterio de la condicionalidad que ha impuesto la Unión Europea para otorgar las ayudas comunitarias.
La condicionalidad prohíbe el laboreo en superficies que presenten pendientes superiores al 15%. En Andalucía, 456.000 hectáreas de olivar (el 18% de la superficie total) se encuentran por encima de esa cota. El objetivo es frenar la erosión, que es uno de los principales problemas que arrastra la olivicultura mediterránea. Un estudio de la Consejería de Agricultura cifró en alrededor de 80 toneladas por hectárea y año las pérdidas medias de suelos en cultivos leñosos extensivos de secano (plantaciones de olivar, almendro y viñedos, principalmente). Una tercera parte de las inspecciones realizadas por la Consejería de Agricultura han confirmado infracciones en el cumplimiento de la norma relativa a la lucha contra la erosión.
La Consejería de Medio Ambiente presentó en 2003 el Plan Andaluz de Control de la Desertificación, que prevé para un periodo de 10 años inversiones de más de 7.500 millones de euros, de los que 339 se invertirán el próximo año. El plan contempla diversas medidas para mejorar la sostenibilidad ambiental, de la agroganadería, de la gestión forestal, aboga por una correcta utilización de productos fitosanitarios y por adecuar la gestión de los recursos hídricos a las disponibilidades reales.
El plan también va a incidir en las repoblaciones forestales de especies autóctonas. Eso supondrá un cambio de estrategia de lo que ha estado ocurriendo hasta ahora, pues buena parte de las más de 390.000 hectáreas de superficie arbolada que han aparecido en Andalucía desde 1950 han estado ligadas a repoblaciones con árboles no autóctonos.
Los efectos
- Casi un tercio del territorio, desertificado
La UE prohíbe el laboreo en superficies con pendientes de más del 15%
Las precipitaciones medias han bajado un 9,% en el último decenio, y las temperaturas han subido 1,2 grados desde 1915
Para 2100 las zonas de montaña sufrirán aumentos de temperatura de entre 6 y 8 grados
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