Eisenman echa la culpa del coste de la Cidade da Cultura a la Xunta del PP
"No tuve barra libre, hice lo que dijo el cliente. Pero seré el último en abandonar el barco"
Con grandes "dificultades" que le hicieron pensar que era "mejor no venir" y una cancelación de vuelo por parte de Iberia que él llegó a sospechar si no sería una interferencia "política", el arquitecto de la Cidade da Cultura, Peter Eisenman, compareció ayer ante la comisión de investigación para decir que quiso hacer "algo modesto", que no tuvo "barra libre" y que al final hizo lo que le "dijo el cliente". Y todo esto, sin cobrar más, porque los honorarios de su equipo "no estaban vinculados a los aumentos del proyecto, sino que tenían una partida fijada desde el principio".
Forster, miembro del jurado que votó el proyecto, calificó de "ganga" el Gaiás
"Una pareja me encarga una casa y me dice, 'queremos un garaje', y yo les respondo 'pero si no tenéis coche y esto disparará el coste', y ellos me contestan, 'pero lo vamos a tener, y bien pensado, queremos que se puedan aparcar dos''. Con una sucesión de metáforas, Eisenman culpó a la Xunta del PP del aumento de dimensiones y de coste del proyecto del monte Gaiás. "Yo soy el capitán de un barco. El responsable de que llegue a su destino, y el último en abandonarlo en caso de accidente, pero no vendo los billetes".
Según Eisenman, "un arquitecto no tiene que decirle a un Gobierno importante cómo de grande tiene que ser el proyecto y cuánto tiene que costar. Eso se supone que ya lo tiene en cuenta el cliente en función de sus capacidades". El americano aseguró que "todo aumentó" en el proyecto porque "el pastel inicial era muy pequeño" y había que cubrir 22.000 metros cuadrados de superficie, por lo que "hacía falta más para la biblioteca, el teatro de la ópera, que cambió de emplazamiento, el soporte técnico, los aparcamientos, y demás. Y esto sucedió después de 2001", dos años después de que se eligiese el proyecto de Eisenman.
Al concurso, su estudio presentó "una idea", pero "un concurso nunca es un proyecto final. Siempre se añaden cosas". A los seis meses de la adjudicación, mientras desarrollaban el proyecto, los arquitectos de su equipo fueron "conscientes de que la dimensión, el coste y los plazos no estaban bien definidos".
Pero después de achacarle el aumento de precio y tamaño a la Xunta del PP, Eisenman salió en defensa del conselleiro de Cultura de entonces, Jesús Pérez Varela, a pesar de que éste llegó a decir que el coste se disparó porque el arquitecto era "un genio, pero un teórico" y que "al medir los edificios, que eran curvos, se encontró con que medían un 60% más". Según Eisenman, el Pérez Varela que comenta eso no es el que él conoció. "Un hombre, como su Gobierno y como ahora Ánxela Bugallo, muy estricto, muy fuerte, muy severo". Los dos conselleiros que se han responsabilizado de la Cidade da Cultura, insistió Eisenman, "son personas muy serias con las que no se puede jugar".
El arquitecto comparó el "modesto" proyecto que quiso crear con el Partenón, la plaza del Campidoglio en Roma, el Escorial, la Residencia Imperial de Viena o el centro Getty de Los Ángeles, y recordó que se encontró con un "proceso político semejante" a éste cuando ideó el Memorial del Holocausto en Berlín, "donde al final hubo consenso y fue un éxito de público". De esta manera defendió una actuación que será "motor económico para Galicia, aunque eso no se pueda medir en número de entradas vendidas" y rogó a los partidos gobernantes que mantengan la integridad del proyecto y levanten el séptimo edificio que falta. "En el mundo no hay otro complejo cultural de seis edificios", pero "Galicia no puede decir que esto es demasiado, porque ya casi hicimos la maratón y aún respiramos".
Cuatro horas antes de la intervención del alarife, la más esperada después de las de Fraga y Pérez Varela, se sometió a las preguntas de la comisión uno de los miembros del jurado que votó a favor del proyecto de Eisenman. Kurt Forster, que fue convocado a la cita "de modo informal, ocho años después, por correo electrónico", dijo que "sería indecente" no reconocer que el del Gaiás es un proyecto "único en el mundo", una "corona" y un "crédito vitalicio" cultural para el futuro, superior a los que planificaron Londres, Francfort o Berlín. Forster calificó de "ganga" el presupuesto de la "grandiosa" obra y confesó que "pocas veces" participó en un jurado "tan transparente".
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