Un comerciante muere tras ser apaleado en un atraco en Parla
Brutalidad en estado puro. El socio de un salón de juegos de Parla (95.100 habitantes), José Pedro Martín García-Pato, de 42 años, murió en el hospital de Getafe tras recibir una brutal paliza por parte de un grupo de encapuchados que asaltaron su local, justo cuando acababa de cerrar.
Tras ser atado de pies y manos al igual que su otro socio y un empleado, recibió patadas y golpes en la cabeza que le costaron la vida siete horas después del asalto. Mientras cuatro hombres le apaleaban, otros compinches reventaron las 14 máquinas tragaperras del local y se hicieron con unos 4.000 euros en efectivo. El Ayuntamiento ha decretado dos días de luto.
"No ha podido ni disfrutar de su nueva casa", lamentaba la hermana
El salón de juego Tropicano se halla en la confluencia de la principal calle Real con Severo Ochoa. El cierre del local se produjo como todos los días. Pasada la medianoche, José Pedro Martín y su socio y cuñado, Luis Hoyas, bajaron el cierre metálico y apagaron el luminoso. Junto a ellos estaba un empleado que se encarga de limpiar el local. José Pedro estaba en una especie de garita acristalada sentado junto a su cuñado. En la ruleta central del local, con ocho puestos de juego, estaba el empleado. Los tres hablaban tranquilamente.
Pasaban justo 10 minutos de haber terminado la jornada, cuando oyeron cómo alguien levantaba de forma violenta el cierre. "No nos dio tiempo ni a verlos bien. Sólo vimos a cinco o seis encapuchados que empezaron a pegarnos golpes sin decir ni media palabra", recordaba ayer con la cara inflamada Luis Hoyas. "Entraron de sopetón y la emprendieron a hostias", apostillaba.
Los atacantes se repartieron a sus víctimas. Dos por cada uno, como mínimo. Tras tirarles al suelo, les ataron de pies y manos. La peor parte se la llevó Pedro, que fue el único que se resistió al ataque, según su cuñado. Estuvo forcejeando un rato hasta fueron unos seis atacantes contra él. "Dos se sentaron encima de él, mientras otros tres o cuatro no paraban de pegarle patadas en la cabeza. Otros se la agarraban y la golpeaban contra el suelo de una forma salvaje", recuerda Luis.
Luis y el empleado no se libraron de la violencia. Encima de cada uno de ellos se sentó un atracador y les inmovilizó durante el asalto. "No podía ni levantar la cabeza. Me dijo: 'Cállate y estáte quietecito y no te pasará nada", recordaba nervioso Luis en la cocina de su chalé. "Una de las veces perdí el conocimiento del golpazo que me dieron en la cabeza", puntualizaba la víctima.
El atraco, que se produjo a menos de 100 metros de la comisaría del Cuerpo Nacional de Policía en Parla, duró unos 10 minutos. Mientras un nutrido grupo se encargaba de inmovilizar a los dueños y al empleado, irrumpieron en el local otros encapuchados. Armados con palanquetas y tras robar las llaves de las máquinas tragaperras, reventaron uno a uno los depósitos de las 14 máquinas con las que cuenta el local. También se apoderaron del dinero en efectivo que había en la garita de cristal. Era la recaudación del día: unos 4.000 euros en efectivo, sobre todo, en billetes. También les arrebataron las joyas y los objetos de valor a los maniatados, entre ellos, los teléfonos móviles y algunas sortijas.
Los atracadores tenían un acento "extraño", según Luis. Parecía una mezcla entre rumano y marroquí. No les pudieron ver casi ni cómo iban vestidos, porque todo fue "muy rápido". Después se marcharon a la carrera, tras bajar el cierre del salón de juegos. "Cuando me di cuenta de que se habían marchado, hice fuerza y me pude quitar las ataduras de las manos. Después cogí una navaja pequeña que llevaba y me deshice de las ataduras de los pies", añadió Luis.
En ese momento, Pedro Martín estaba tirado en el suelo. Luis empezó a tocar todos los pulsadores de alarma del local. También cogió su teléfono móvil y llamó a la policía. Les pidió que mandaran una ambulancia lo antes posible. Su cuñado estaba realmente mal. "Cuando se fueron los ladrones, ni se movía ni respiraba ni nada", añadió Luis.
Cuando llegaron los facultativos del Summa, vieron que Pedro (como era conocido por sus allegados) estaba en parada cardiorrespiratoria, como consecuencia del fortísimo traumatismo craneoencefálico que sufría.Los sanitarios lograron reanimarlo y trasladarlo al servicio de urgencias del hospital de Getafe con pronóstico muy grave. Sus constantes vitales eran muy débiles e inestables, según explicaron los médicos a los familiares.
El paciente sufrió una nueva parada cardiorrespiratoria a las cinco de la madrugada, de la que pudo salir. Sin embargo, no pudo superar una nueva crisis a las siete de la mañana.
Los familiares de Pedro estaban ayer "destrozados". La familia había vivido siempre en Parla. La madre del fallecido regentó una carnicería justo enfrente del salón de juegos. Hace 19 años fue abierto este nuevo local. "Era un hombre muy bueno y trabajador. Un poco bruto, pero con muy buen corazón. Todos los vecinos de Parla le querían", comentaba su madre.
Pedro había estrenado su casa, muy cerca del local, hacía un año. De hecho, estaba terminando de decorarla. "Ha sido un palo muy fuerte, sobre todo, por las fechas en las que estamos", confesó su suegro. El fallecido estaba casado y tenía dos hijos: una adolescente de 15 años y un niño de 12. "Tenía una vida llena de ilusiones. No ha podido ni disfrutar de su nueva casa. ¡Qué pena más grande estamos sufriendo por unos desgraciados!", dijo con rabia su única hermana, Manoli.
El salón de juegos ya sufrió un atraco el pasado 1 de julio. Unos ladrones se colaron en el conducto del aire acondicionado y se apoderaron de todo el dinero que había en las máquinas. "Ojalá hoy [por ayer] hubiera ocurrido todo como entonces", decía Luis, mientras se recuperaba de la hinchazón de su cara y los golpes que recibió por todo el cuerpo.
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