"Tengo que ayudar a mi familia"
Mohamed tiene 18 años. Llegó a Euskadi hace apenas tres meses desde Marruecos y aún no habla castellano. Fue él quien decidió emigrar -"mis padres no tuvieron nada que ver"-, pensando que en su país "no hay futuro. Para vivir mejor hay que salir". Cruzó el Estrecho en patera: "Pasé mucho miedo, sobre todo por las olas", recuerda con una sonrisa amarga. Su amigo Yossef, pendiente de la conversación, pasó la frontera oculto en los bajos de un camión. Al miedo en la patera le ha seguido el miedo a que la policía le detenga por su situación irregular, indica Mohamed.
Deja claro que no tiene tiempo para soñar con ir a una universidad o realizarse profesionalmente. "Tengo mucho que hacer: primero conseguir papeles y luego trabajar para ayudar a mi familia", resalta. Para ello, busca algún curso que le facilite hallar un empleo.
El centro de acogida en que reside no le gusta demasiado, pero "es mejor que la calle", dice. En la calle es donde mataba las horas del día antes de que se inaugurase el punto de encuentro. Mantiene el hábito de ir a rezar a la mezquita: "Me preocupa perder mis tradiciones", reconoce. Asegura entre risas que no le importaría casarse con una vasca, pero por ahora no conoce a personas autóctonas ya que se relaciona con los compañeros del centro de menores -todos son chicos marroquíes o argelinos- y el idioma dificulta entablar relaciones. ¿Lo mejor de la cultura occidental? En estos meses es Internet lo que más le ha fascinado. "Es maravilloso", concluye con un amplia sonrisa.
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