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Entrevista:LUIS CASTELLS | Catedrático de Historia Contemporánea de la UPV

"Las construcciones nacionales o identitarias son contingentes"

El lector que guste de esencialismos patrios tiene en El País Vasco y España: identidades, nacionalismos y Estado (siglos XIX y XX) un hueso duro de roer. El historiador y catedrático Luis Castells (San Sebastián, 1951) ejerce como coordinador de este libro que ha editado el Instituto de Historia Social de la UPV Valentín de Foronda. Ocho historiadores analizan en sus páginas las relaciones entre España y las provincias vascas.

Pregunta. El Instituto Valentín de Foronda lleva años trabajando sobre el País Vasco en estos dos últimos siglos.

Respuesta. Somos un grupo que trabaja desde hace años, con ayudas de los gobiernos central y vasco, sobre cómo se construye el País Vasco desde el punto de vista ideológico, teniendo en cuenta que no se trata de un asunto temporal. Eso que dicen algunos políticos de que España existe desde hace siglos o el pueblo vasco desde hace milenios, para nosotros no es cierto. Las construcciones nacionales o identitarias son contingentes.

"Es un error creer que quien defiende mejor lo nuestro es el nacionalista"

P. En el libro se señala, por ejemplo, el doble patriotismo general que se vive en el XIX.

R. Ser vascongado y español al mismo tiempo se lleva sin angustia en aquella centuria, o el propio concepto de vascongado, que cambia de una buena consideración a la connotación peyorativa actual. En el siglo XX se llega a una delimitación mayor de todos estos términos, porque la definición identitaria se extrema.

P. Como ha ocurrido con el concepto de "Euskal Herria".

R. "Euskal Herria" tenía sólo una consideración cultural. Entre el XIX y el XX, se publica una magnífica revista, Euskal erria, que no incluye ninguna referencia política, que reivindica una cultura común a lo que también se conoce como Vasconia. Además, el propio concepto de "Euskal herria" lo utilizaban sobre todo los tradicionalistas, los carlistas, más que los nacionalistas.

P. ¿Tanto evoluciona la sensibilidad política en estos siglos?

R. De siempre, ha existido una identificación mucho mayor con los espacios locales y provinciales, mientras que el sentimiento con una comunidad supraprovincial se irá forjando en la segunda mitad del XIX, a partir de un énfasis de lo vasco. Esa identidad provincial, que se mantiene, no es más que una pervivencia del régimen foral, cuando cada territorio negociaba independientemente con la Corona, relación que se mantendrá tras abolirse los fueros e instaurarse el concierto económico en 1878. Eso sí, en algunos asuntos, Vizcaya, Guipúzcoa y Álava creaban comisiones para tener más fuerza, aunque ponerse de acuerdo era un trabajo difícil por cuestión de intereses.

P. ¿Cuándo nace la identidad nacional vasca?

R. Con Sabino Arana a finales del XIX. El foralismo no es un movimiento prenacional ni está ligado en ningún momento al rechazo de España. Existía esa imagen de "ellos" frente a "nosotros", pero por razones de defensa del régimen foral. Las gentes del XIX en su mayoría se sienten vascongados y españoles al tiempo; la identidad no se vive con tensiones. Con Sabino Arana llega la negación de España, llega la afirmación nacional identitaria basada fundamentalmente en la negación del otro, que es una imagen inventada de lo que es España. Hay otras visiones vasquistas compaginables con afectos hacia España. El vasquismo es una corriente muy amplia que incluye a carlistas, republicanos, comunistas y socialistas. Y luego está el nacionalismo español, que emerge como contrapartida al vasco.

P. Ahora, da la impresión de que la identidad vasca está en manos de los nacionalistas.

R. Para un nacionalista, el elemento vasco es sustancial y cuenta con el respaldo de aquellos historiadores que están volcados en encontrar lo nacional a través del tiempo. Por eso, quien entiende que las identidades son múltiples, cambiantes, aquel que cuenta con un planteamiento más laico con respecto a la identidad, se encuentra en inferioridad de condiciones. Pero es un grave error considerar que quien defiende mejor lo nuestro es el nacionalista, dejar en sus manos la defensa de los intereses de los ciudadanos vascos.

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