El Sevilla paga sus debilidades
El Fenerbahçe elimina en los penaltis al equipo andaluz, que desperdició dos goles de ventaja
La Liga de Campeones puede haber parecido caprichosa en su desenlace en alguna ocasión, pero lo que siempre ha caracterizado a esta exigente competición es que no deja un fallo impune. El Sevilla afrontó el encuentro como el equipo que ya no es y pagó las debilidades que ha adquirido. Permitió que su contrincante se levantara del suelo tras haberlo batido y desmoralizado en apenas diez minutos y los penaltis certificaron una eliminatoria que habían perdido sobre el césped. Nadie puede quitarle el orgullo a los sevillistas de su desempeño en la más grande competición. Pero tampoco nadie puede ocultar la realidad en la que vive ahora.
El Sevilla salió tan convencido de lo que tenía que hacer y de poder hacerlo que marcó el gol que le era exigido antes de que empezara el partido. El árbitro había pitado y los futbolistas ya se habían hecho hasta alguna falta, pero el juego aún estaba marcado por la impresionante y emotiva atmósfera creada por los seguidores sevillistas. La estampida sevillista no parecía tener remedio. Al conjunto turco no le quedó más remedio que replegarse e intentar sufrir el menor daño posible. Si alguien disfruta y destaca en este tipo de situaciones es el inclasificable Daniel Alves. En cuanto oyó que el silbato marcaba una falta al borde del área turca, el lateral, agarró la pelota, chutó duro y marcó. Con ese jugador y en ese ambiente, el gol pareció hasta inevitable, pifia descomunal delportero incluida. Poco después, Keita decidió aprovecharse de la maltrecha moral de Demirel y le envió un zurdazo desde fuera del área que el meta turco también se tragó. Pero el Fenerbahçe resistió la presión del público, la euforia sobre el césped y el rubor por esos dos goles. Y se puso a jugar su fútbol.
SEVILLA 3 - FENERBAHÇE 2
Sevilla: Palop; Alves, Escudé, Dragutinovic, Adriano; Navas (Koné, m. 104), Keita, Poulsen (Maresca, m. 91) Capel; Kanouté y Luis Fabiano (Renato, m. 77). No utilizados: De Sanctis; Fazio, Duda, Mosquera y Crespo.
Fenerbahçe: Demirel; Gönül, Lugano, Edu, Vederson; Deivid, Selçuk (Sentürk, m. 66), Mehmet Aurelio, Boral (Kazim, m. 111); Alex (Bilgim, m. 112) y Kezman. No utilizados: Babacan; Çakmak, Turaci e Ilhan.
Goles: 1-0. M. 5. Alves. 2-0. M. 8. Keita. 2-1. M. 19. Deivid. 3-1. M. 40. Kanouté. 3-2. M. 78. Deivid Penaltis (2-3): Kanouté, gol. Vederson, gol. Escudé, parado. Edu, parado. Dragutinovic, gol. Aurelio, gol. Maresca, parado. Kezman, gol. Alves, parado.
Árbitro: Máximo Bussaca (Italia). Amonestó a Selçuk, Deivid, Gönül, Keita, Vederson, Alves y Kezman.
Unos 45.000 espectadores en el Sánchez Pizjuán.
La manera de matar al grupo de Jiménez es bombeando faltas y saques de esquina
El plan de Zico colocaba a Kezman como única y molesta referencia en punta. El serbio molestó todo lo que pudo y ocupando sitios que incomodaban a los defensores sevillistas. A medida que la pelota pasaba más tiempo sobre el césped y las acciones perdían vigor, la figura de Alex creció y creció. Al ritmo del veterano brasileño, el juego del Fenerbahçe encontró e impuso el ritmo que mejor le venía. La fluidez que lideraban Alex y Deivid y corrían Aurelio y Boral redujo al conjunto sevillista a un grupo esclerótico en la táctica y menor en lo estratégico. Y tan vulnerable en defensa como siempre.
Los saques de falta o córner sobre el área sevillista casi siempre se traducen en una oportunidad para el contrario o en gol. Le pasa hace ya meses. Y no parecen encontrar la solución. Da igual quién juegue, en qué puesto lo haga, en qué minuto tenga lugar la acción o en qué campo: la mejor manera de matar al Sevilla es bombeando faltas y saques de esquina. Aunque los rasos también valen. Así le pusieron a Deivid su primer gol, con un córner raso que empalmó a la red sin defensa a la vista ni por babor, estribor, proa o popa. Ni siquiera el hecho de que Dragutinovic estuviera fuera del terreno de juego para recibir atención mientras se desarrollaba la jugada del gol disculpa nada. El Sevilla ha perdido varios de los atributos que le hicieron admirable y campeón múltiple, pero se está desangrando por una carencia en la táctica más básica.
El Fenerbahçe mandaba y, aunque por detrás aún en la eliminatoria, se sentía señor en casa ajena. El Sevilla se quedó con poco más que esperar a sus solistas. Y aparecieron. Alves vio a Kanouté en el corazón del área y le envió un balón en globo que el africano templó con el pecho y empalmó a la red con la derecha. La reacción del Fenerbahçe fue otra jugada a balón parado con tiro de Vederson que despejó Poulsen sobre la raya.
En la segunda mitad, el Sevilla siguió sin personalidad en su juego y su contrincante madurando el partido a la espera de otra saque sobre el área sevillista. Y llegó. Deivid rentabilizó el enésimo barrullo en el área sevillista como consecuencia de un saque de parado y llevó el partido a la prórroga. Y después los penaltis, el futuro a una carta que la jugó mejor el más inesperado: Demirel, que con tres paradas cerró el sueño sevillista.
"Hay psicosis a balón parado"
El entrenador sevillista, Manolo Jiménez, era uno de los que más se jugaba en el partido de ayer. A la hora de analizar la derrota y eliminación de su equipo ante el Fenerbahçe, el técnico sevillano pareció más resignado que molesto con lo sucedido y hasta con el futuro. "Se está creando una psicosis a balón parado que nos está costando demasiado. Si analizamos los dos goles que nos han metido, se pueden contrarrestar, pero no los hemos contrarrestado", razonó el preparador. "Lo que tenemos que saber es reconocer nuestra situación y nuestras debilidades. La cantidad de goles que recibimos en contra es algo que ya saben los rivales y es de difícil solución, porque eso no se entrena", añadió Jiménez, con una sorprendente falta de espíritu crítico y hasta de confianza en las posibilidades de su conjunto en el futuro.Y es que el problema no es nuevo, ni a todos les parece tan difícil de solucionar como a Jiménez. "Hemos estudiado los partidos de Liga y nos hemos dado cuenta de que nos faltan ocho puntos, perdidos por goles evitables", ahondó en su discurso. También hizo una crítica velada a las ansias de ataque de algunos jugadores, "porque facilitan contraataques que acaban en faltas al borde del área". Y ya se sabe.
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