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Bobby McFerrin y el Orfeó Català juegan hoy a improvisar

El centenario coro estrena modalidad musical en el Palau

El Palau de la Música Catalana dará esta noche (21.00 horas) un paso más en los fastos de celebración de su centenario propiciando el encuentro escénico entre el cantante, improvisador y director de orquesta Bobby McFerrin y el Orfeó Català dirigido por Josep Vila. Mientras que para McFerrin la improvisación con un coro es algo habitual en su dilatada carrera, será la primera vez que el también centenario orfeón barcelonés aborde una experiencia con el jazz como base, a la que se enfrenta sin casi información previa.

"Es como un encuentro entre gente que no se conoce", dice el artista

Para este concierto extraordinario, el coro y el cantante se han intercambiado partituras, pero McFerrin confesó ayer en la presentación que sólo se las había mirado superficialmente. "No he profundizado en ellas", confesó. "Espero oírselas cantar al coro en el ensayo de esta noche [por ayer]". Se trata de tres partituras populares catalanas, mientras que la propuesta de McFerrin (que sí se ha estudiado el Orfeó Català, según confesó Vila) se centra en composiciones propias. "Son melodías muy simples para que den pie a la improvisación", explicó McFerrin. "Cuando los coros ven la libertad que les proporciona este trabajo, se suelen entusiasmar", apuntó el polifacético artista, un aspecto que ratificó el propio Vila.

En sus conciertos, McFerrin no sólo utiliza los coros con los que comparte escenario, sino que también incorpora al público en sus canciones, como ya ocurrió en sus tres anteriores visitas a Barcelona (la primera, en 1985, también en el Palau de la Música). "Este tipo de conciertos improvisados son como un encuentro entre gente que no se conoce", prosiguió el cantante neoyorquino. "Se entabla una conversación que se inicia con frases sencillas, como 'hola, ¿qué tal?, ¿cómo estás?, ¿cómo te llamas?', y después se va profundizando hasta crearse una conversación musical improvisada. Antes de iniciarse conciertos así, literalmente no tengo ni idea de lo que puede pasar", aseguró McFerrin, que confesó que espera que la actuación de hoy no tenga nada que ver con lo que ensayó con el Orfeó Català ayer. "Mis conciertos no tienen limitación alguna. La única es la de mi voz, que tiene cuatro octavas y no puede ir más allá. Y también, claro, las 85 voces del coro o las de las 2.000 personas que acudan. El local es importante porque en el fondo es como una prolongación del instrumento que es mi voz. Me influye el entorno, pero prefiero actuar a oscuras: me inspira más lo que oigo que lo que veo".

McFerrin conserva, a sus 58 años, un aire terriblemente juvenil: campechano, sonriente y, en todo momento, silbando, canturreando o golpeando rítmicamente con los dedos sobre la mesa mientras esperaba las preguntas. Pocos dirían que tras esa apariencia se esconde no sólo un gran cantante e improvisador, sino también un reputado director de orquesta clásica que ha realizado actuaciones y giras al frente de formaciones de tanto empaque como la Filarmónica de Viena, la de Nueva York y la Sinfónica de Chicago. "Cuando dirijo una orquesta todas las notas están escritas en la partitura, todo el mundo sabe lo que va a interpretar. Improvisar es todo lo contrario, pero para mí no existen diferencias: en ambos casos se trata simplemente de crear música".

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