Juan Manuel González y Gómez de León, poeta y novelista
Era periodista y profesor de literatura en la Universidad de Valladolid
Juan Manuel González y Gómez de León, que murió el 13 de mayo en Madrid, donde había nacido 53 años antes (el 6 de septiembre de 1954), estaba convencido de que el trabajo de poeta no era muy gratificante en esta era de lo global -cuando se habla de máximos beneficios con el mínimo esfuerzo-, pero seguía luchando por mantener la tradición épica desde la renovación y se resistía a abandonar la esencia del oficio de quien se sienta a escribir desde lo profundo y el sentimiento.
Éstas eran algunas de las tendencias de su último poemario, Tras la luz poniente, con el que ganó el XVII Premio de Poesía en memoria de Jaime Gil de Biedma -galardón del que ya había sido finalista en 1996-, convocado anualmente por la Diputación de Segovia, a cuya entrega, en diciembre pasado, llegó con poco aliento, casi arrastrado y herido de muerte por los zarpazos de una vida en la que no caben aún tiernas y frágiles sensibilidades humanas, que terminan por romperse en mil añicos.
Poeta, novelista y crítico, era profesor de literatura en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Valladolid, en el campus de Segovia -su segunda patria-, y miembro del Departamento de Español Urgente de la Agencia Efe (Fundeu). Recibió, entre otros premios, el Rafael Alberti de Poesía, en 1998; el Ateneo de Sevilla de Poesía, en 2002; el Ojo Crítico de Narrativa, en 1993; el Atlántida de Cataluña de Crítica en, 1995, y el Internacional de Ensayo SIAL, en 1999. Era doctor por el Departamento de Filología Española III en Ciencias de la Información de la Complutense y especialista en literaturas germánicas y célticas y en autores del modernismo español y portugués.
González deja publicados más de media docena de libros de poesía, como Luces inciertas, La llama del brezo, En el filo de la sangre o Líneas minerales, y dejó reunida toda su obra poética en el volumen Hacia el alba de nieve. Y novelas, como Fuego sobre las olas, publicada después de Cuaderno de combate azul y El sol de octubre, mientras que también trabajó el ensayo y la traducción. Su libro de prosa poética Vírgenes, masones y visionarios. Rutas iniciáticas y ocultistas fue el último publicado, hace apenas un par de meses.
En su página web oficial, una pluma de ave escribe su nombre de forma interrumpida... Esta permanencia parece que humaniza y resta frialdad a las tecnologías digitales, las que facilitan la globalización, por el triunfo de la poesía, ese canto del alma que brindó en vida, la que entendía como una forma de elevar emociones o sentimientos a la categoría de palabras que convertía en símbolos universales.
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