_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Algo que objetar

Al final de la magnífica novela de Tim Lott, White City, el protagonista Frankie Blue, alias Frank el Trola, a punto de casarse con Verónica Tree, Vronky, oye de labios del cura aquello de "si alguien tiene algo que objetar..." y durante una página el autor nos deleita con la voz interior de Frankie que encadena una ristra de "yo sí tengo algo que objetar porque...".

Partidario acérrimo como soy de copiar -citando las fuentes, por descontado- antes que redescubrir las Américas o inventar la sopa de ajo, la hilarante página me condujo inexorablemente al plagio. La carne es débil y era difícil resistirse a la tentación de aprovechar la oportunidad que se me brindaba. Las razonadas objeciones de Frank al inminente compromiso me daban pie, por si sirve de algo, a remedarlo y declarar sin ninguna solemnidad que tengo bastantes objeciones que hacer a:

Decía Marqués que este País limitaba, sobre todo, con la limitación mental de sus gobernantes

- El sonoro fracaso de la última cumbre de la FAO en Roma que puso de manifiesto lo poco que valen 100 millones más o 100 millones menos de muertos de hambre y la inefable complicidad de los intereses económicos más insolidarios con los Mugabes de todo el mundo.

- El lamentable triunfo del pragmatismo posibilista en la Unión Europea embarcada en un proyecto desilusionante que es capaz de presentar como éxito el haberse puesto de acuerdo en que la retención de los inmigrantes ilegales sea sólo de 18 meses. Como decía recientemente Goytisolo, de la Europa de las Luces a la Europa del Apagón.

- La inexplicable tozudez del Gobierno, inmerso en el error de pensar que el nombre hace a la cosa y que bautizar la crisis como profunda desaceleración era una táctica política inteligente, Más tozudos son los hechos y las crisis, como las meigas, haberlas, haylas.

- El tránsito de nuestro President de la levitación al cesarismo y su insistencia en hacer como que gobierna sustituyendo la información por la propaganda. Todos -sobretodo Canal 9- pendientes de las continuas ocurrencias del césar y de los ímprobos esfuerzos por presentar como hombre de Estado al paladín de la vacuidad. La salvación de su alma nos va a costar un riñón.

- El intenso aburrimiento del discurso monocorde de la alcaldesa de la ciudad que no es Cap ni Casal. Todo es perfecto, nunca pasa nada, seguimos siendo la envidia de todos, la "retirada de las promotoras privadas de la sociedad de El Cabanyal "demuestra" que no es un plan especulativo, mejor Ecclestone que Bertarelli y a quien Dios se la de San Pedro se la bendiga. ¡¡¡Aire, por favor!!!

- La mofa, befa y escarnio practicada por Fontdemor, el pecador de la pradera, a propósito del más descarado y chulesco boicot que se recuerda a una iniciativa tan inocua como necesaria como es la Educación para la Ciudadanía.

- El memorable esfuerzo de los socialistas del lugar por superar el viaje al centro del PP con el viaje a ninguna parte de un fantástico congreso lampedusiano en el que se trata de que todo cambie para que todo siga igual. Decía [Josep Vicent] Marqués que este País limitaba, sobre todo, con la limitación mental de sus gobernantes. Podemos extender esta cualidad a la llamada oposición sin traicionar el espíritu de la ley. En Blanquerías todavía no se han enterado que, a la hora de la verdad, votan los mayores de edad y no los cuatro gatos militantes, tres de ellos con aspiración a pesebre.

- El ataque inmisericorde de la Iglesia retrógrada, empeñada en beatificar nuevos mártires, en controlar mentes, en acumular poder. El evangelio en estado puro. Y encima, le dan sable y fajín al peligrosísimo Kiko Argüello, modelo donde los haya de compromiso con la paz y la justicia. Seguirá agitando a sus cada vez más numerosas huestes y si no nos puede salvar nos condenará al fuego eterno. Rouco, Gasco, Cañizares, Argüello... Por sus obras los conoceréis.

- El vergonzoso y vergonzante espectáculo mediático y político de la Roja (ironías de la historia: Sevilla la Roja -¡¡ pobre Queipo del Llano!!-, la Plaza Roja de Colón...) Espectáculo muy propio de esta época de megafestivales, eventos y demás distracciones para el ganado y que, además, ha llegado en plena campaña de defensa del español, pobre lengua que, como todos saben, se encuentra discriminada y en peligro de extinción. Todo, menos reconocer de una puñetera vez que existe un nacionalismo español dominante sin el que no se explican los demás y que hasta que no nos sintamos todos cómodos y a gusto, lo de España no va a funcionar.

- El bochornoso babeo monárquico con una familia real blindada a la crítica y a la memoria histórica. No se trata de desestabilizar las instituciones pero una cosa es que Franco no nos preguntara si queríamos restaurar la monarquía y otra que en los tiempos que corren sea políticamente muy incorrecto mentar la bicha. ¿Alguien en su sano juicio puede pensar que la sangre azul, el "ejemplo" de los Borbones y la "exquisita" educación recibida garantizan una Jefatura del Estado acorde a la razón?

Tenía razón Frank el Trola. Hay algo que objetar. Se continuará.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_