La izquierda mexicana anula sus primarias por fraude
La anulación de las elecciones primarias en el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el mayor de la izquierda en México, ha agudizado la crisis en esta formación a menos de un año de las elecciones legislativas.
La comisión de garantías del partido anuló en la madrugada del domingo los comicios, celebrados en marzo, por las irregularidades detectadas en más del 20% de las mesas. Ahora, la segunda fuerza política en la Cámara de Diputados y tercera en el Senado deberá convocar de nuevo la elección de sus dirigentes en el plazo de un mes.
El mismo partido que invocó un fraude electoral en las presidenciales de 2006, que ganó el conservador Felipe Calderón al perredista Andrés Manuel López Obrador, se ve enredado en su propia crisis. Entre los fraudes denunciados en las elecciones del PRD, estaba el robo de urnas, la quema de papeletas y la alteración de actas, lo que llevó al fundador y líder histórico del partido, Cuauhtémoc Cárdenas, a calificar el proceso de "cochinero".
La anulación de los comicios pretendía alejar la amenaza de escisión en el partido, pero la guerra entre los dos candidatos (Alejandro Encinas, representante de la corriente Izquierda Unida y delfín de López Obrador, y Jesús Ortega, de la moderada Nueva Izquierda) se mantiene viva.
Candidatos divididos
Ambos reivindican su victoria y han rechazado la nulidad del proceso. Esa medida "es un triunfo de los tramposos y de los sinvergüenzas", dijo Encinas, un veterano militante comunista a quien inicialmente se le dio la victoria en un recuento parcial. Ortega, por su parte, lamentó que se optara por anular la elección antes que reconocer su victoria. El PRD, dijo, se está dando "un balazo en el pie", y culpó de ello a López Obrador, cuyo apoyo a Encinas, dijo, abonó la división.
Ortega y sus seguidores rechazan la línea de "resistencia institucional" de López Obrador, que se ha autoproclamado "presidente legítimo de México". Ayer mismo, Encinas arremetió contra el presidente interino del PRD, Guadalupe Acosta, al que llamó "tonto inútil" y "títere de barro" por promover el diálogo con el Gobierno y los demás partidos sobre la reforma energética. Ésta pretende abrir a la inversión privada algunas actividades del sector petrolero, a lo que se oponen con vehemencia López Obrador y sus seguidores.
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