Isaac Hayes, maestro del 'soul'
Redefinió la música en el cine con la banda sonora de 'Shaft'
El pasado domingo, Isaac Hayes, gigante de la música afroamericana, apareció muerto junto a una cinta andadora en su casa de Memphis (Tennessee). Hayes, de 65 años, todavía ofrecía conciertos y planeaba volver a grabar, pero se centraba más en su trabajo de actor de cine y televisión. Puso voz al libidinoso personaje de Chef en la serie South Park.
De formación autodidacta, fue uno de los grandes peones del sello Stax, la compañía de Memphis que generó ese prodigio de expresividad conocido como soul sureño. Hayes entró a tocar teclados en la banda de plantilla de los estudios. Allí se alió con el compositor David Porter y juntos facturaron abundantes éxitos para Sam & Dave, Johnnie Taylor o Carla Thomas.
Stax le permitió editar elepés bajo su nombre. El primero pasó inadvertido pero el siguiente, Hot buttered soul (1969), destrozó los esquemas del soul: cuatro piezas extensas, arropadas por cuerdas, en las que Hayes hablaba y cantaba. Era música de seducción y el artista, con cabeza rapada y aceitados pectorales, ascendió a símbolo sexual.
En cuanto halló el filón, Hayes potenció su imagen. Alguien le bautizó como "el Moisés negro"; su vestuario se hizo audaz y afrocéntrico. También adquirió un Cadillac (supuestamente) de oro y que causó más admiración que envidia en la comunidad negra, donde se sabía que había nacido en una zona rural de Tennessee y era un huérfano que había pasado tremendas penurias en su adolescencia. Con el tiempo, ejercería de benefactor, especialmente en proyectos de desarrollo en Ghana.
Musicalmente, creó escuela: sus lecturas de Walk on by o By the time I get to Phoenix eran apoteosis del soul sensual y cimentarían ese formato radiofónico conocido como Quiet Storm (Tormenta tranquila).
Pero Hayes también dio su visión del emergente funk, elegantemente presente en la banda sonora de la película Shaft (1971). Ese trabajo fue referencia para otros titanes negros (Curtis Mayfield, James Brown, Marvin Gaye, Bobby Womack). Hollywood se lo agradeció con un Oscar, el primero para un músico negro. Se le abrió un nuevo mercado, como compositor y como actor, aunque fuera en papeles estereotipados que le llevaron hacia la serie B.
La segunda mitad de los setenta fue dura. Con el auge de la disco music, sus hallazgos estaban omnipresentes pero el público se enfrió. Unos reveses económicos le llevaron a declararse en bancarrota. Conoció la cárcel por no pagar la pensión a sus ex esposas e hijos.
En los noventa, encontró consuelo en la cienciología, de la que se convirtió en defensor radical. Por ejemplo, abandonó su puesto en South Park cuando el irreverente programa se burló de Tom Cruise y otros famosos cienciólogos.
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