_
_
_
_
Reportaje:VUELTA 2008 | La carrera inicia su fase decisiva

Monumento al dolor

Los favoritos creen que el Angliru es tan duro que impide marcar diferencias decisivas

El Angliru. Un nombre que asusta. 12,2 km que enmudecen, con rampas máximas del 23,5%. El Mortirolo español, el Olimpo del ciclismo, como señala una inscripción a pie de puerto, la cima mítica descubierta por Miguel Prieto, director de información de la ONCE y en la que al parecer tuvo algo que ver José Enrique Cima, el ex ciclista cántabro. El día del espectáculo, de las bicicletas clavadas, "si tiras del manillar se te levanta la bici", dice Sastre. Hay mil frases que retratan el Angliru, situado en la sierra de Arano, en el municipio de La Vega-Riosa y una palabra que se repite constantemente: "inhumano", cuando los ciclistas se refieren a él. Quizás más expresiva fue la definición de los precipicios que los ciclistas ven a su costado. La dio Tommy Rominger: "Es como mirar por la ventana de un avión". "Hay cinco kilómetros realmente duros", dijo Carlos Sastre, el tapado, el del motorcito inagotable, el vencedor del Tour.

El público disfrutará con el sufrimiento, los ciclistas sufrirán con las pendientes
"Son los rivales quienes deben probarme", los reta Contador

Hoy toca comprobar por cuarta vez en la historia de la Vuelta la mitología del Angliru. El ejemplo máximo del ciclismo espectáculo aunque jamás haya proporcionado un campeón de carrera en su cima. Es la contradicción del Angliru: es más épico que práctico, salvo que hoy Alberto Contador, la máxima referencia del pelotón, el escalador más acreditado, el más fresco, el único que ha atacado (poquito, pero ha atacado) decida llevar la contraria a la historia y rompa la carrera como nunca ha ocurrido y la sentencie.

El Angliru es la esencia misma de las contradicciones del ciclismo. Un puerto durísimo, inhumano, como lo describen los corredores. Tan inhumano que los protagonistas, lastrados, no suelen establecer diferencias definitivas. Ninguno de sus tres vencedores ganaron ese año la Vuelta. Ganó el Chaba Jiménez en 1999, surgiendo de la niebla a la espalda de Tonkov, pero salió de líder Abraham Olano y la Vuelta la ganó Ullrich. Ganó Simoni en 2000 y salió de líder Heras, que se llevó el gato al agua en Madrid. Y ganó Heras en 2002, que se vistió de líder, pero la Vuelta se la llevó al final el efímero Aitor González.

Es, quizás, la maldición del Angliru, un puerto adorado por los espectadores, deseado por la televisión, lamentado por los corredores y mal visto por los directores deportivos que entienden que su extrema dureza fomenta las ayudas del público "y desnaturaliza la carrera por los empujones", como recientemente recordaban Eusebio Unzúe (Caisse D?Epargne) y Álvaro Pino (Xacobeo Galicia). Digamos que en el Angliru se vigila a los 10 ó 20 primeros clasificados. El resto sube como puede. Un año la carrera instaló cámaras de televisión para controlar las ayudas a los ciclistas y antes de comenzar los cables aparecieron arrancados. Antes de la subida de 2002, la organización avisó de que, si el público seguía encubriendo ayudas a los corredores, la Vuelta nunca volvería al Angliru. Seis años después aquí está, en el punto de mira de los favoritos, para buscar una gloria que no suele dar o para evitar un fracaso que de producirse tiene consecuencias irremediables.

La vista está puesta en Contador, el escalador más acreditado, el más exigido. El problema es que el Angliru admite pocas estrategias. Se trata de subir lo más rápido que se pueda o lo menos lento posible, sin más táctica que la resistencia, las ganas, las piernas y el corzón.Es lugar de aventura y de aventureros, más aún cuando antes hay que superar un puerto de tercera y tres de primera categoría.

El Astana, atacado por el ciclón Armstrong -que anuncia su regreso-, tiene un magnífico problema. Leipheimer es un chicle difícil de despegar. Está claro que el estadounidense no va a atacar a su jefe Contador, pero tampoco correrá marcha atrás. Bruynnel tiene dos bazas establecidas por orden, pero si Contador flaquea, el hombre será Leipheimer. He ahí la primera duda. Luego está Sastre, el escondido, jugando en la montaña como Freire en los sprints, es decir, buscándose la vida, calculando sus posibilidades y las de los demás. Sastre no arriesgará. Él piensa que la Vuelta se decidirá en la cronoescalada de Navacerrada el penúltimo día. Y luego está el Euskatel, con Egoi de líder feliz e Igor Antón buscando su confirmación ciclista, un escalador puro que podría ser un aliado fértil para Contador. El líder del Astana va de conservador: "Los rivales están por detrás, así que son ellos los obligados a probarme". A renglón seguido reconoce que "es una etapa para Sastre".

El espectáculo, aunque no se prevé lluvia, está servido. El público disfrutará con el sufrimiento, los ciclistas sufrirán con las pendientes, los directores con los empujones, la organización sentirá lo mismo en lo bueno y en lo malo, el municipio de La Riosa con la invasión popular (se anuncian nubes y claros en vez de chaparrones y tormentas) y, quizás en la línea de meta todo se quede en un escaso botín. Es el tributo al espectáculo, el homenaje al sudor aunque al final no valga para nada. O para muy poco.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_