Francia y la pérfida Albión
"No sé si Dios ama u odia a los ingleses, pero lo que sí sé es que los echaremos a todos de Francia, salvo a los que mueran aquí"
Juana de Arco
Cuando los franceses sufrieron la ignominia en 1940 de caer casi sin pelear ante el poderío militar alemán, se consolaron convenciéndose de que sería cuestión de meses que los británicos cayeran también. Nunca les han acabado de perdonar el hecho de haber resistido ni que, peor incluso, fueran los propios británicos los que cuatro años después los liberaron. Para colmo, el inglés ha avanzado con pasos de gigante desde entonces como idioma hegemónico mundial mientras que el francés se esfuma. El complejo es palpable.
Como se ha demostrado en las insistentes quejas que emanan del presidente de la UEFA, Michel Platini, sobre el creciente dominio mundial de la Liga de fútbol inglesa. No es que Platini, en su época un grandísimo jugador, carezca de razón. La penetración de dinero árabe, ruso, asiático e incluso estadounidense en los grandes clubes ingleses ha dado a la Premier League lo que bien se podría considerar como una ventaja desleal sobre el resto de las Ligas europeas, empezando por la francesa, cuya principal tarea parece consistir en nutrir las plantillas del Manchester United, el Chelsea y el Arsenal.
"¿Qué es el fútbol?", se preguntó recientemente Platini, en plan Jean-Paul Sartre. "El fútbol es un deporte y el deporte se ha vuelto popular debido a una cuestión de identidad. Tiene que haber identidad: ahí es donde reside la popularidad del fútbol".
Sí, sí, bien visto... desde un punto de vista estrictamente abstracto, filosófico, al más puro estilo francés. Pero, si uno va y le pregunta al aficionado medio del Liverpool si le molesta el hecho de tener a un español como entrenador y a cinco españoles en su primer equipo, la respuesta va a ser que, por favor, no le vengan con cuestiones sesudas de "identidad"; que aquello no le importa un bledo con tal de que su equipo gane.
El caso más elocuente de lo alejado de la realidad que está Platini se ve en su irritada actitud hacia el Arsenal, cuyo entrenador, francés, ha llenado al equipo de jugadores franceses para deleite de los aficionados, que nunca en la larga historia del club han estado más felices. Es al hablar del Arsenal y, específicamente, de su entrenador, Arsène Wenger, cuando Platini delata el factor complejo; donde se detecta el aspecto pasional detrás del intento de pronunciarse de manera lógica y medida.
Platini, evidentemente, ve a Wenger como un vil traidor, un vendepatrias. Si no, ¿cómo se explica la diatriba que lanzó contra su compatriota hace un par de semanas? Platini, que arrastra una poco disimulada hostilidad hacia Wenger hace tiempo, dijo que lo que hace grande al fútbol es que clubes pequeños ganen de vez en cuando a los grandes. "Es lo que gente como Wenger no quiere... porque lo que buscan es el negocio", declaró Platini, lo cual fue curioso dado que el Arsenal se ha convertido casi en el último muro de defensa en la Premier de Inglaterra contra la invasión desmesurada del factor dinero. Pero Platini insiste: "No me gusta el sistema de Arsène Wenger".
Se entiende que a Platini le moleste el rumbo que está tomando la Liga inglesa. Esta misma semana, la Football League se volvió a plantear seriamente la idea de jugar una jornada anual en tierras asiáticas. Como decía Alfredo Relaño esta semana en As, se corre el peligro de que la Premier se convierta en la NBA del fútbol. El problema es que Platini se está volviendo un poco histérico con el tema del vecino anglosajón y eso nunca ayuda a la hora de conseguir los resultados deseados.
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