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El fracaso de la nueva caja vasca

La única fusión pasa por el pacto PNV-PSE

La pésima gestión de Egibar y el exceso de confianza en Kutxa, principales causas del fracaso - EB confirma su sangría - Arriola refuerza su liderato en una plaza clave

El consenso se antoja hoy, más que nunca, una quimera en Euskadi. Tanto que se ha llevado por delante el segundo proyecto más importante de la historia económica de la comunidad desde la consolidación del Concierto, como es la fusión BBK-Kutxa, un empeño sólo superado por la futura integración de las tres cajas vascas. Por ello, en las primeras reacciones todavía conmocionadas por el rechazo a tal operación en la asamblea de la entidad guipuzcoana se aprecia, sobre todo, una "profunda frustración" por la "nefasta" polarización política que "contamina" apuestas tan estratégicas "para todo un país" y cuya repercusión inmediata sólo augura "malos presagios".

En clave política, más allá del lógico cruce de responsabilidades, las diferentes fuentes consultadas ayer por EL PAÍS coinciden en señalar la "suicida improvisación" exhibida por el principal muñidor no financiero de esta operación, que es Joseba Egibar, presidente del PNV de Guipúzcoa. "En ningún momento les llegamos a preguntar cómo iban a conseguir el voto que nos faltaba, pero ellos [el bloque PNV-EA] insistían en que lo iban a tener. Nosotros cumplimos con lo que acordamos desde el primer día y ellos ya sabían que nunca podrían entenderse con la izquierda abertzale como les exigimos", admitía ayer un cualificado representante de CC OO en la asamblea de la Kutxa.

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"Ya cuando vimos que Egibar iba a pedir el voto a la sede del PP entendimos que aquello estaba muy mal", aunque fue determinante ver que en la asamblea estaban los 100 compromisarios. "Entonces sí que dijimos: esto se ha acabado". Pese a todo, en la misma mañana de la votación, el presidente de la caja guipuzcoana, Javier Iturbe, aseguró telefónicamente a un compromisario de EA que tenía "seguros" los 67 votos que daban la mayoría suficiente.

La gestión de Iturbe comparte también buena parte de las críticas. "Se ha dedicado más tiempo a conceder entrevistas que a intentar explicar el proceso a los no convencidos, y quizá lo tendría que haber hecho". Aún hoy se recuerda cómo el presidente de Kutxa fio hasta el último momento gran parte del éxito de la operación en que "siempre suele faltar alguien en las asambleas".

Para las personas consultadas, el diagnóstico común gravita sobre la "improvisación que ha habido desde el principio". "Nunca entenderemos cómo el PNV se lanzó a la piscina de convocar la asamblea si no tenía los votos en la mano", apuntan desde CC OO. Para el PSE-EE, la respuesta es inmediata. "Desde el primer momento Egibar pensó que esto era su corralito y que lo dominaba porque ya había cambiado al presidente de la Kutxa y creía que con la fusión iba a hacer lo mismo. Les puede su soberbia; a ver si aprenden ahora".

La fusión ha fracasado en Guipúzcoa, un territorio electoralmente clave para las futuras autonómicas. Un caladero de votos en el que el socialista Iñaki Arriola aparece muy revalorizado porque ha sabido conjugar dos nítidos mensajes: liderar el apoyo a una operación económica que no excluyera a la Vital y sin que primaran las prisas -apuesta reforzada incluso con miles de folletos-, además de exhibir hasta el último momento una autoridad interna que ha impedido cualquier fuga de sus votos. Precisamente, todo lo contrario de Ezker Batua (EB), cuya sangría interna alcanza en la ostentosa rebelión de tres de sus compromisarios en Kutxa su punto más doloroso.

Arriola sale fortalecido en el evite más delicado desde que relevó a Miguel Buen, mientras Egibar, tocado, queda expuesto a que le pidan explicaciones desde el EBB. Sobre todo desde Vizcaya, donde la BBK siempre ha navegado por aguas tranquilas bajo el control de Irala.

A Madrazo le resultarán incómodos los últimos meses de legislatura en el tripartito de Vitoria después de haber sido incapaz de cumplir la palabra que dio a la delegación de CC OO, en quien el PNV confió las apuradas gestiones para que le hiciera olvidarse de la abstención y apostara por el apoyo a la fusión. Sin embargo, los hermanos Agirrezabalaga (Duñike y Xabier) y Cristina Forcada desoyeron su consigna después de hacerle creer -también a la prensa- de que serían sumisos. Hasta tuvieron tiempo de adelantar el sentido de su voto en un almuerzo con un concejal donostiarra del PSE antes de ir a la asamblea de Kutxa.

Así las cosas, quienes apuestan por cualquier modelo de fusión como herramienta imprescindible, según Irala, para el presente y futuro de la economía vasca, reducen toda posibilidad futura a la "transversalidad". "Esto se debe de plantear como una cuestión de Estado y pasa porque Urkullu le llame un día a Patxi López y se pongan de acuerdo".

¿Cuándo? Ni siquiera en el tiempo hay consenso. Para unos, "la lógica parece indicar que sería a partir de las elecciones de marzo". Para otros, en cambio, "primero tienen que ponerse de acuerdo, y en eso las elecciones igual ayudan o complican". "Luego", continúa este directivo de una caja, "hay que reformar la Ley de Cajas en el Parlamento y repartir puestos entre todos, y así se puede pasar un año o más, y Euskadi igual no puede esperar tanto".

El presidente de la Kutxa,  Xabier Iturbe, abandona con gesto de abatimiento  la sala de prensa donde valoró  el resultado negativo de la asamblea.
El presidente de la Kutxa, Xabier Iturbe, abandona con gesto de abatimiento la sala de prensa donde valoró el resultado negativo de la asamblea.J. H.

Explicaciones por el fracaso

Joseba Egibar se ha

estrellado

. Y con él, Xabier Iturbe, en quien, precisamente, depositó este verano toda su confianza para emprender una acelerada fusión a dos con BBK. Una operación que esquivara una reforma de la Ley de Cajas y llegara antes de la próxima renovación de cargos en los órganos de Kutxa, que va a traer en un plazo de dos años una pérdida de poder para los nacionalistas.

Ambos se encuentran ahora en el ojo del huracán y, sobre todo, mucho más debilitados antes sus respectivas organizaciones. En el caso del líder del PNV guipuzcoano, su responsabilidad estriba en abanderar sin mucho éxito una operación de hondo calado financiero, que comenzó con el forzado relevo en la presidencia de Kutxa, debido a la resistencia que encontraba en Carlos Etxepare, y que le ha superado finalmente.

En cuanto a Iturbe, hay quienes sostienen que un proyecto de la magnitud de una fusión de cajas, "a pesar de que el liderazgo era cosa de Irala", le ha cogido con "cierta inexperiencia". Respecto a sus posibles responsabilidades, la parte más afectada, CC OO, descarta que las vaya a exigir, pero, al mismo tiempo, admite que "no nos extrañaría que, en base a los resultados de la asamblea, a alguien se le ocurriera plantear una posible reprobación del presidente".

Egibar ya se puso la venda antes de la herida al salir de su angustioso encuentro en la sede del PP. "Si fracasa la fusión, nosotros [PNV] asumiremos responsabilidades, pero los demás, también". El presidente del GBB ha comprometido en exceso a su partido, aunque no se puede olvidar que siempre ha tenido su apoyo. Otra cosa bien distinta es que en Sabin Etxea jamás cuestionaron que fuera incapaz de sumar los 67 votos necesarios.

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