Argentina recompone a Siqueiros
Troceado, oculto durante años y objeto de mil pleitos, el mural de 1933 'Ejercicio Plástico' se mostrará finalmente en la Casa Rosada
Imagínese que se encuentra parado, metido en una burbuja transparente rodeada de agua por todas partes, un mar del que salen figuras de mujeres fuertes y desnudas que miran curiosas y se pegan al cristal. Esa es la idea original de Ejercicio Plástico, un mural que David Alfaro Siqueiros pintó en Argentina en 1933 y que acaba de ser recuperado tras muchos años troceado, metido en contenedores y objeto de mil y un pleitos.
La increíble historia del mural, con el que se relacionan figuras extraordinarias de la historia argentina, puede tener un final feliz. Por el momento, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner ha hecho algo importante: ha conseguido que, a la espera de que se resuelva el litigio sobre la propiedad, todo el mundo acepte que la obra se vaya ensamblando y restaurando. Los seis paneles en que se cortó el mural han sido depositados en un almacén provisional, donde un equipo de restauradores mexicanos y argentinos, financiado por los dos gobiernos, se afana en limpiarlo y repararlo.
El artista colocó a su esposa, Blanca Luz Brum, en un cubo transparente
La obra, repartida en contenedores, se vendió por 648.000 euros en 1994
Entre ellos se encuentra el experto mexicano Manuel Serrano que fue, precisamente, el encargado hace 18 años de desmontar la obra, cortarla y guardarla en grandes cajones, asegurándose de hacerlo en las mejores condiciones de conservación. La resina que aplicó detrás de los frágiles trozos de pared (algunos de menos de 10 milímetros de espesor) ha tenido un comportamiento extraordinario. La emoción de Serrano cuando se asomó a las cajas y comprobó que el mural continuaba "vivo" fue extraordinaria. Si todo sale como previsto, la obra será instalada con su forma original (paredes, bóveda e incluso suelo, pintado en cemento coloreado) en la Aduana Taylor, los restos de la vieja aduana que se conservan en los jardines de la Casa Rosada.
Serrano no cree las fantasías que corren en torno a Ejercicio Plástico. "No es verdad que Siqueiros montara allí un bar", protesta el restaurador. Él, que lo vio en su forma original, sabe que el sitio era demasiado pequeño como para acoger a más de cinco o seis personas, demasiado agobiante como para sentarse a tomar tragos. Cree más bien que Siqueiros escogió aquella bóveda para hacer el mural precisamente por lo que su nombre indica, para hacer un ejercicio plástico. Un ejercicio en el que le acompañaron otros pintores amigos, artistas del momento, argentinos y uruguayos, como Antonio Berni, Lázaro o Castagnino, que aprendieron con el maestro las técnicas del mural.
¿Cómo llegó Siqueiros a Argentina en 1933 y cómo llegó a pintar aquella pequeña bóveda subterránea en una quinta algo perdida, cercana a Buenos Aires? La formidable historia del mural la recordó hace poco Juan Ignacio Boido, en el suplemento cultural de Página 12. Siqueiros fue invitado por Victoria Ocampo a dar unas charlas en la Sociedad de Amigos del Arte, pero no pasó de la segunda porque sus incitaciones al arte revolucionario y popular provocaron tal escándalo en la aristocrática sociedad porteña que se canceló la serie. Un poco abandonado y sin saber qué hacer, Siqueiros aceptó la invitación de un personaje singular, Natalio Botana, para vivir, y comer, en su finca, a cambio de un mural.
Botana era un personaje formidable, un uruguayo que a los 25 años fundó Crítica, uno de los periódicos más famosos de la historia argentina, en el que en los años 30 colaboraban los mejores científicos, artistas y escritores de medio mundo y al que Botana dio un toque cosmopolita, excesivo y exquisito (En Crítica se publicó por entregas la Historia de la Infamia, de Borges). El editor tenia una quinta llamada Los Granados, pastiche medio árabe, medio colonial, en la que vivía con su mujer Salvadora Medina Onrubia, escritora, pintora y dicen que vidente y parapsicóloga y que se merece por sí misma libros y biografías.
Fue en esa casa y con esos nuevos amigos donde Siqueiros eligió una pequeña bóveda subterránea para hacer su peculiar Ejercicio Plástico, tan lejano a su habitual temática política. Anécdota aparte, dicen que para dibujar las poderosas imágenes de mujeres, Siqueiros colocó a su esposa, Blanca Luz Brum, en un cubo transparente, cuya imagen desnuda se proyectaba sobre la pared. Parece que Blanca tuvo excesiva amistad con Botana y que el artista, enfadado, se marchó de Argentina hacia España, a tiempo para la Guerra Civil, no sin antes sustituir la cara de su mujer en las imágenes que había pintado, lo que se podría apreciar con las técnicas de los restauradores actuales. (Blanca Luz Brum apareció años después en una isla del archipiélago Juan Fernández, el de Robinson Crusoe, donde puso un hostal y su hija terminó por vender los bocetos del mural que la madre se llevó de Buenos Aires).
La historia de Botana está ligada a la del mural porque a su muerte (Natalio terminó despeñándose en las lagunas de Jujuy, en 1941, a los 53 años, en su Rolls Royce) la finca pasó a venderse por lotes. La casa, con bóveda incluida, fue comprada por Álvaro Alsogaray, que fue ministro de Economía en los 60 (su frase más famosa fue "hay que pasar el invierno"). Su mujer consideró que el mural era una obscenidad que no podían ver sus hijos y mandó revocarlo entero con cal. Su hija, María Julia, fue una famosa ministra de la época de Menem, gestora de la privatización de los teléfonos, implicada en mil corrupciones, condenada a prisión y famosa, sobre todo, por protagonizar un lindo escándalo al posar desnuda y con pieles de zorros en la revista Noticias.
En mitad de tanto ajetreo, la casa, con su mural, pasó a otras manos. El nuevo dueño limpió la cal de Alsogaray y revendió a un tercer propietario que terminó protagonizando una de las mayores quiebras inmobiliarias de Argentina. Finalmente, un grupo de socios que conocía el valor de la obra, compró la casa, casi en ruinas, con la idea de sacar el mural. Seville S.A, que así se llamaba el grupo, fue quien contrató a Serrano para garantizar la conservación. Como no podía ser de otra forma, Seville S.A. terminó en quiebra, pero antes vendió, en 1994, el mural, en sus contenedores, a una tercera empresa, Dencanor, por 820.000 dólares (648.000 euros). Los acreedores de Seville, que consideran que el mural forma parte de lo bienes de la empresa, son los protagonistas del monumental pleito que lleva 18 años en los juzgados y que impide saber a quien realmente pertenece el Ejercicio Plástico.
¿Es posible que, después de restaurado y colocado en la Aduana Taylor, los jueces terminen entregando la obra a un propietario particular? La doctora Alicia Alonso, responsable en la Presidencia de todo el proyecto, no lo considera imposible. "La obra es de unos particulares, los que digan los jueces, pero está claro que este mural tiene un valor histórico cultural muy grande para Argentina". Quien sabe, quizás, el mural de Siqueiros, la obra que él mismo decía que era "el fruto forzoso de nuestra condición de productores asalariados", termine siendo expropiado.
Babelia
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