Cruz y Bardem se desinflan

Slumdog millionaire, cuento de hadas moderno dirigido por el británico Danny Boyle, un filme de presupuesto medio, distribución dificultosa y reparto más conocido en Bollywood que en Hollywood, se convirtió en la madrugada del lunes en la triunfadora de los Globos de Oro. Sangre inglesa que hermanó al equipo de la película con la otra protagonista de la velada: la actriz Kate Winslet, que logró hacer historia y romper su mal idilio con los premios de Hollywood al llevarse dos globos de oro: mejor actriz dramática en Revolutionary road, junto a Leonardo DiCaprio, y mejor actriz de reparto en The reader. Winslet dejó en la cuneta a Penélope Cruz, aspirante por Vicky Cristina Barcelona. A Cruz le queda la consabida revancha de los Oscar. El segundo asalto podría celebrarse el 22 de febrero.

La cinta de Boyle barrió: mejor drama, director, guión y banda sonora

"Nadie es perfecto, cariño", dijo Mickey Rourke con su Globo al mejor actor

Una exultante y obviamente emocionada Kate Winslet recogía su segundo Globo de Oro, pasadas las ocho de la tarde (horario de la costa oeste de EE UU, cinco de la madrugada en la Península). "Después de no haber ganado en tantas ocasiones y ahora ganar dos en una misma noche...", afirmó bien aferrada a los dos galardones que le concedió la Asociación de la Prensa Extranjera y que suponen el reconocimiento al trabajo de una de las mejores actrices de su generación. Winslet había sido cinco veces candidata a lo largo de su carrera, el mismo número de veces que aspiró (también sin éxito) al Oscar. Aunque en los grandes premios, los Globos de Oro y los Oscar no suelen coincidir, la victoria en estos galardones es un fuerte espaldarazo para sus contendientes.

Y así lo aceptaron Mickey Rourke, como ganador del premio al mejor actor por su estremecedora interpretación en El luchador (que también se llevó el premio a la mejor canción, de Bruce Springsteen), y, sobre todo, el equipo que hizo posible el filme independiente Slumdog millionaire y que barrió alzándose con el Globo al mejor drama, mejor director (Danny Boyle), mejor guión (Simon Beaufoy) y mejor banda sonora (A. R. Rahman). Los premios a El luchador y Slumdog millionaire suponen el reconocimiento a proyectos arriesgados. Dentro de la categoría del triunfo de lo arriesgado se puede encuadrar el premio a la cinta israelí de animación Vals con Bashir como mejor película extranjera.

Rourke, durante años perdido en un laberinto personal y profesional, reaparece ahora con una fuerza que se antoja imparable. "Nadie es perfecto, cariño", dijo el actor, con gafas ahumadas, smoking azul, perilla, zapatos de tercioplelo y un tono que sonaba a agradecimiento por "esta segunda oportunidad después de 15 años de dar problemas".

No los dio ayer Rourke, todo hay que decirlo, en la noche de la 66ª edición de los Globos de Oro. Sí hubo ganas de fiesta. Sobre todo, tras la edición del año pasado, cuando la huelga de guionistas logró convertir la gala en una mera lectura de premios, pese a estar ahora en medio de la amenaza de otra nueva huelga -esta vez de actores- y del azote de una recesión galopante, los chistes y las provocaciones flotaron desde el escenario con la misma fluidez con la que corrió el champán. El jolgorio fue tal que en varias ocasiones los presentadores tuvieron que mandar callar.

Los premios recordaron al fallecido Heath Ledger (Globo de Oro al mejor actor de reparto por su Joker en El caballero oscuro) y se resistieron a los españoles. Javier Bardem, ganó el de mejor intérprete de reparto el año pasado por No es país para viejos, pero se quedó ayer sin un galardón que tampoco habría recogido; el actor madrileño no acudió a la gala. Optaba por Vicky Cristina Barcelona y fue derrotado por Colin Farrell (por Escondidos en Brujas). Sí triunfó su director, Woody Allen, en mejor comedia o musical.