Irán condena a dos médicos especializados en sida
Irán confirmó ayer que dos renombrados científicos se encuentran entre los cuatro condenados el pasado sábado bajo la acusación de "haber intentado derribar al Gobierno con ayuda de EE UU". Se trata de los hermanos Arash y Kamyar Alaei, dos médicos especializados en sida y cuya detención, en junio de 2008, suscitó las protestas de varios grupos de derechos humanos. Los otros dos convictos no han sido identificados.
El nombre de los hermanos Alaei fue mencionado por la agencia oficial de noticias Irna después de que el día anterior varias ONG mostraran sus sospechas. Hasta entonces, ese medio sólo había informado de que el Tribunal Revolucionario de Teherán había declarado culpables a cuatro conspiradores, sin identificarles ni anunciar la longitud de sus penas. El pasado martes, el portavoz judicial Alireza Jamshidi habló por primera vez del caso, y dijo que afectaba al artículo 508 del Código Penal iraní -cooperar con Gobiernos hostiles a la República Islámica-, lo que lleva aparejadas penas de hasta 10 años de cárcel.
Los cuatro encausados fueron hallados culpables de reclutar a docenas de médicos, profesores universitarios y científicos para facilitar información a Estados Unidos sobre las infraestructuras y la defensa civil de Irán. "Pretendían fomentar una crisis social, manifestaciones callejeras y disputas étnicas", aseguraba la información. La misma fuente estimaba en 32 millones de dólares el dinero invertido por la CIA en ese plan.
Prevención y cursillos
Los hermanos Alaei han puesto en marcha varios programas de tratamiento y prevención del sida, con especial atención a prostitutas y drogadictos. También han impartido cursillos a personal sanitario en Afganistán y Tayikistán.
Tanto la UE como el Departamento de Estado norteamericano mostraron su preocupación cuando fueron detenidos el año pasado. Algunos observadores han querido ver en este veredicto una advertencia al nuevo presidente de EE UU, Barack Obama, de que Irán no va a tolerar ninguna interferencia.
Desde la llegada al poder de Mahmud Ahmadineyad, el Gobierno iraní ha mostrado una exacerbada sensibilidad ante la posibilidad de una revolución de terciopelo y ha detenido a numerosos activistas de los derechos humanos.
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