Japón se desploma
La contracción del PIB en el 12,7% interanual advierte del riesgo de depresión en la OCDE
La economía japonesa vive su peor crisis desde la II Guerra Mundial. No guardaba con la de Estados Unidos demasiadas similitudes cuando emergió la crisis financiera actual, en el verano de 2007. En Japón no había hipotecas basura ni un exceso de euforia inmobiliaria. En los noventa había purgado sus particulares excesos derivados de la sobrevaloración de los activos inmobiliarios y de renta variable. Japón permaneció con su economía estancada durante más de 10 años, y algunos ejercicios presentó perfiles muy próximos a la temida deflación que se cierne ahora, según los análisis más pesimistas, sobre el conjunto de la OCDE. Fue una década perdida. Para muchos, es una advertencia de lo que les espera a otras economías de la OCDE.
Pues bien, Japón, todavía la segunda economía más grande del mundo, ha contraído su ritmo de crecimiento en el último trimestre del año mucho más de lo esperado: más de un 3,3%, un 12,7% en términos interanuales, la contracción más grave desde que a principios de 1974 pagara su exceso de dependencia de las importaciones de crudo. Es una ilustración de la severa metástasis generada por la crisis crediticia originada en el sistema bancario estadounidense. Poco importa que el sistema financiero nipón haya practicado una ortodoxia financiera impecable. Es suficiente con que las relaciones comerciales hayan contagiado esa depresión en las compras, reduciendo significativamente las exportaciones, principal impulso del crecimiento japonés.
También el consumo interno está pagando un alto precio por la confianza en mínimos de las familias, justificadamente atemorizadas con el impacto de esta crisis global sobre sus rentas y con escasa esperanza respecto a la capacidad de las políticas económicas para evitar males peores. Para colmo, las tensiones entre el Gobierno y la oposición no facilitan la redacción de un nuevo plan de estímulo presupuestario similar al que se ha aprobado en EE UU.
Pero ese plan es necesario, a pesar de la muy elevada deuda pública que tiene ese país. Como lo es que el Banco de Japón, a pesar del bajo nivel de los tipos de interés, inyecte liquidez sin excesivas cortapisas. No sólo Japón deberá tratar de estimular de forma excepcional la economía; también los demás. Mejor que lo hagamos todos de forma coordinada. Europa ha de tomar nota y, desde luego, España.
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