La ciencia es más fácil con café

Ni Begoña es científica ni Esther sabe gran cosa de bioquímica, pero ahí están las dos, refresco en mano, el semblante serio, mientras Ana María Aransay, responsable del laboratorio de genotipado de la Unidad de Genómica Funcional del CIC Biogune, habla del descubrimiento de la estructura de doble hélice del ADN, del desciframiento del genoma humano, del metagenoma. O comenta cuestiones sobre la epigenética, los alimentos transgénicos y 23andMe, la empresa que por 400 dólares realiza análisis genéticos que anticipan a su cliente (o eso vende) los males que podría desarrollar a lo largo de su vida. O habla de los factores ambientales que se combinan con el legado genético para que en nuestro organismo germine éste o aquél mal, del debate ético asociado a los biobancos, cuya información es codiciada por los gigantes farmacéuticos, y de lo infantil que resulta pensar que por saber todo esto vayamos a comprender el origen de la vida. Y es que los 30.000 genes del ser humano apenas suponen el 1% de su andamiaje genético.

"Si habéis venido a escuchar, os equivocáis", avisa de entrada un organizador

Mientras debaten y preguntan, los asistentes beben una cerveza o se fuman un cigarro

Begoña, licenciada en Administración de Empresas, y Esther, psicóloga, escuchan, atentas y asienten, cautivadas. Poco o nada importa que en la mochila de su saber genético apenas quepan las leyes de Mendel. "Todo resulta sencillo si te lo explican así, en torno a un café, con un lenguaje asequible y con la posibilidad de preguntar", comentan ya acabada la charla, mientras los asistentes aún intercambian sus dudas, aclaraciones y reflexiones en torno a un pincho y un vino.

"Si habéis venido a escuchar, os habéis equivocado", había advertido Gorka, uno de los impulsores de Eureka café... un poquito de ciencia para no dormirse. La iniciativa, premiada en el Concurso de Ideas Redondas organizado por el Ayuntamiento de Bilbao, echó a rodar el pasado martes en el Hika Ateneo impulsada por el atractivo de su formato: un bar, unas sillas, un café, una cerveza, refresco, un cigarrillo, dos cicerones (a Aransay le acompañó la también experta en genómica Rosa Barrio) y una audiencia de 50 personas que no se limitan a escuchar, sino que trasladan sus preguntas, dudas y comentarios a las (mal llamadas) ponentes.

Ni Aransay ni Barrio lucen hoy la reglamentaria bata blanca, sino ropa casual. "El objetivo de estas tertulias es hablar de ciencia de un modo divertido y con un lenguaje claro y sencillo para acercarla a la juventud", explica Gorka. Al genoma, gancho de la tertulia del pasado martes, le seguirán la inteligencia artificial (28 de abril) y el planeta (27 de mayo). "Nosotras repetiremos", anuncian Nieves y Fátima, profesoras de Biología en un instituto. "Nos apasiona la ciencia y este formato resulta ameno y dinámico", explican, aunque le ponen una pega. "Hoy ha habido aquí gente entendida en metagenoma, frente a otra que está, digamos, en pelotas, que ignora la diferencia entre gen y cromosoma. Está bien acercar la ciencia a todos, pero la gente que acuda debería tener una base para que los ponentes no deban bajar demasiado el nivel", es su sugerencia, y como tal fue tramitada. Por algo es tan democrática esta iniciativa.