El inteligente rigor de Hiddink
El técnico del Chelsea, que hoy se mide al Liverpool, sanea el vestuario y sus costumbres
Reunió a los capitanes del equipo. "¿Qué me contáis del Aston Villa?", les preguntó sin rodeos. Los jugadores le miraron confusos. "Los vídeos no analizan los campos, los ambientes y la historia", añadió Guus Hiddink (Holanda; 1946), técnico del Chelsea, que desde el primer partido -tras sustituir a Felipão Scolari en febrero- tiene el hábito de conversar con sus futbolistas para preparar los duelos. Reactivado en la Liga y saneado el vestuario, el Chelsea apunta ahora a Anfield, estadio del Liverpool en la ida de los cuartos de la Champions. Un enfrentamiento repetido -se han medido en cuatro de los últimos cinco cursos, incluidos dos empates sin goles en la fase de grupos de 2005-06, con dos triunfos reds y otro blue- con Hiddink como factor desconocido.
El jugador que lleva mal atado el nudo de la corbata debe pagar 120 euros
Hay un legado de José Mourinho en el Chelsea que no se toca: el 4-3-3. Lo utilizó Avram Grant, lo aplicó Scolari y lo usa Hiddink. Pero al contrario que sus predecesores, el holandés exige a los laterales que profundicen por las alas, a la zaga que dé un par de pasos hacia adelante y a los extremos que sigan a su marca si se lanza al ataque. Sólo Drogba tiene cierta libertad. Una concesión que le ha recuperado para la causa, una vez que el marfileño expresó su deseo de irse del club por la nula relación con Felipão. "Hiddink ha unido al equipo en el momento más difícil", le reconoce Drogba. "Más que nada", añade Terry; "porque sólo dos o tres jugadores creían en Scolari". Remacha Ballack: "Con él hemos ganado fuerzas y espíritu colectivo".
No es lo único que ha cambiado Hiddink en el Chelsea. "Vamos a entrenar con la cara sonriente", argumenta Bosingwa. "Ahora trabajamos más lo táctico y lo físico", apunta Lampard. Así, mientras que con Scolari se ejercitaban una hora y media a base de rondos y partidos de siete contra siete, con Hiddink llegan a las tres horas, repartidas entre lo físico -tres días de gimnasio por semana-, los ejercicios posicionales y los tácticos. Hay un ejemplo expresivo: el Chelsea recibía muchos goles a balón parado y ya no. "Antes marcábamos en zona y ahora al hombre", desvela Terry.
A Scolari se le escapó el vestuario porque no impuso su orden. Hiddink ha implantado normas. Los jugadores deben vestir los trajes de Giorgio Armani -con Scolari podían ir en chándal- en los días de partido y, por ejemplo, el que lleva mal atado el nudo de la corbata debe pagar 120 euros simbólicos. También se multa a quien llega tarde al entrenamiento, utiliza el móvil en el vestuario o realiza algún acto publicitario cuando no toca. "Es riguroso pero inteligente", le elogia Lampard. "Estamos contentos con él, y eso es lo importante", abunda Deco.
Cuando Roman Abramovich, presidente del Chelsea, destituyó a Scolari, el equipo estaba a 10 puntos del United. Ahora, con un partido más, está a cuatro. "Podemos ganar la Liga", dice Hiddink, que se ha puesto al Liverpool en el entrecejo. "El que gane de los dos", incide Ferguson, técnico del United; "será el rival en la Liga". Benítez, del Liverpool, replica: "Quizá nos tiene miedo". Hiddink no se pronuncia porque prefiere hablar con sus jugadores.
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