La diferencia alemana
Hasta hace unos meses, todas las previsiones apuntaban que la crisis internacional afectaría de manera muy asimétrica a las economías europeas. Aquellos países que, como Irlanda, Reino Unido o España, habían acumulado más desequilibrios en el periodo de expansión parecían firmes candidatos a sufrir la crisis económica con mayor severidad. Por el contrario, los países que, como Alemania, habían crecido de forma más equilibrada podrían sortear la crisis con un coste mucho menor. Sin embargo, el vendaval que ha afectado a la economía mundial se ha llevado también por delante este pronóstico.
De acuerdo con las previsiones más recientes, Alemania será uno de los países con menor crecimiento en 2009 entre las economías de la zona euro, junto con Irlanda. Hace unos días, el FMI presentó una previsión de crecimiento para este año del -5.6%, que el Gobierno alemán acaba de rebajar al -6%, en línea con las estimaciones publicadas poco antes por los institutos alemanes. Aunque ha habido alguna voz discrepante que ha destacado el excesivo pesimismo de estas previsiones, cabe preguntarse por las razones que están detrás de esta insólita confluencia de previsiones, puesto que en muy pocas ocasiones un Gobierno presenta un escenario macroeconómico más pesimista que el publicado unos días antes por un organismo internacional, que ya de por sí anuncia una recesión sin precedentes (la mayor desde la II Guerra Mundial).
Va a ser una de las economías que más va a sufrir las consecuencias de la crisis internacional
La elevada productividad y el capital humano y tecnológico harán crecer a Alemania en el futuro
Una de las sorpresas de la crisis internacional en la última parte de 2008 ha sido la fuerte contracción del comercio internacional. Alemania, que, junto con España, ha sido de las pocas economías europeas que ha podido mantener en los últimos 10 años su cuota de exportación en los mercados internaciones ante la irrupción del gigante chino, es una economía tremendamente dependiente de la demanda externa (con un ratio de exportaciones de bienes y servicios sobre PIB del 48%).
A diferencia de España, en donde la crisis ha dado lugar a una aportación positiva al crecimiento del sector exterior (como consecuencia de la debilidad de la demanda interna, las importaciones están disminuyendo mucho más que las exportaciones), en Alemania ocurre justo lo contrario. En el escenario del Gobierno alemán se prevé para este año una disminución de las exportaciones cercana al 19%, mientras que las importaciones sufrirán una caída inferior al 11%. Como Alemania partía de una situación de superávit de la balanza por cuenta corriente (un 6,4% por ciento del PIB en 2008), esta evolución de las exportaciones e importaciones da lugar a un comportamiento fuertemente procíclico de las exportaciones netas. Conviene recordar, además, que la estructura exportadora alemana es particularmente competitiva en los bienes de inversión, cuya demanda es más volátil y cae más rápidamente en los periodos recesivos. Y aunque es difícil saber hasta qué punto el hundimiento espectacular de las exportaciones alemanas depende de una caída de la demanda global (particularmente, de los nuevos Estados miembros de la UE) y/o de problemas de financiación del comercio exterior, lo cierto es que Alemania, al igual que Japón (el FMI prevé una disminución del 6,2% de su PIB), va a ser una de las economías que más va a sufrir en términos de actividad las consecuencias de la crisis económica internacional.
Sin embargo, no todo son malas noticias. Visto desde la perspectiva española, una disminución del PIB del 6% produciría escalofríos por su repercusión sobre la tasa de desempleo. Por el contrario, aunque el desempleo podría alcanzar a cinco millones de alemanes, el FMI espera que la tasa de desempleo sólo suba en 2009 hasta el 9% (poco más de la mitad que la tasa actual en España), frente al 7,3% de 2008. La escasa incidencia de la crisis económica sobre la tasa de desempleo (por cada punto de disminución del PIB, la tasa de paro sólo aumenta 0,25 puntos, mientras que en España lo está haciendo en más de 1,6 puntos) tiene mucho que ver con las reformas estructurales abordadas a principios de esta década y asociadas a la Agenda 2010. Estas reformas fueron bastante eficaces, dieron lugar a una rápida reducción de la tasa de desempleo a partir de 2005 y permitieron reequilibrar el tipo de cambio real, lo que está detrás de las ganancias en las cuotas de exportación de Alemania.
Otra enorme diferencia entre España y Alemania que explica el comportamiento diferencial del mercado de trabajo en ambos países tiene que ver con la tasa de temporalidad: mientras que, hasta hace unos trimestres, más del 30% del empleo era temporal en España, en Alemania no alcanzaba el 15%, lo que hace que la destrucción de empleo en las épocas recesivas sea mucho más lenta.
Esta menor sensibilidad de la tasa de desempleo al crecimiento económico también tiene su correspondencia en un menor deterioro del déficit público. Aunque la recesión en términos del PIB será muy intensa, el déficit se situará en 2009 previsiblemente por debajo del 5%, poco más de cuatro puntos por encima del observado dos años antes, y ello a pesar de que el Gobierno alemán ha aprobado, después de las reticencias iniciales, el mayor paquete de estímulo fiscal de todos los países europeos, cercano al 4% del PIB entre 2009 y 2010. Si bien el sector público parte de un nivel de deuda del 67% del PIB, el nivel de endeudamiento de las familias y empresas es relativamente bajo y no ha habido excesos en el sector inmobiliario que haya que subsanar ahora (de hecho, los precios reales de la vivienda han caído desde 1996). Mayores incertidumbres despierta la posible exposición del sistema bancario alemán a activos dañados. De ser ciertas algunas filtraciones recientes en medios de comunicación alemanes (que el propio regulador bancario alemán está investigando y que podrían dar lugar a una acusación judicial), estos activos podrían superar los 800.000 millones de euros, aunque el gobernador del Bundesbank ha negado esta misma semana dichas cifras.
Con la pesada y lenta digestión del proceso de reunificación, Alemania pasó de ser la locomotora europea a la economía que durante años parecía lastrar el dinamismo de los restantes países de la Unión Europea. La intensa recesión prevista para 2009 podría justificar la tentación de continuar con esta percepción negativa para la mayor economía europea. Pero sería poco acertado hacerlo. Lo más probable es que la economía alemana vuelva a mostrar su dinamismo en el futuro. Aunque existen problemas de competencia y rigideces en algunos sectores productivos, sobre todo en el sector servicios, las bases para el crecimiento de la renta per cápita alemana siguen siendo sólidas, por sus elevados niveles de productividad (el PIB por hora trabajada es de los más altos en la OCDE) y por su capital humano y tecnológico. .
Miguel Jiménez González-Anleo es economista jefe para Europa en el Servicio de Estudios de BBVA. Miguel Jiménez González-Anleo es economista jefe para España y Europa en el Servicio de Estudios de BBVA.
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