Aceptar la realidad
El aumento del déficit amenaza con minar la confianza en la economía española
Aceptar que uno tiene un problema es la primera fase de la recuperación. El Gobierno español reconoce ahora abiertamente que la economía española se encuentra en una recesión profunda. Tras hablar de "brotes verdes" antes de las elecciones europeas, la ministra de Economía, Elena Salgado, advierte de que la economía no empezará a crecer de nuevo hasta 2011. Habla también con cierta firmeza de austeridad presupuestaria.
Es un cambio digno de elogio. Pero Salgado sigue sin parecer lo suficientemente firme. Es casi seguro que el desempleo superará el 19% que el Gobierno ha previsto para el próximo año. El gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, señala con razón que ya no hay capacidad de gasto más allá del actual plan de estímulo. Advierte que el déficit presupuestario español podría alcanzar el 10% del PIB el próximo año, mientras que la deuda pública podría superar el 60% del PIB. El Gobierno está a punto de embarcarse en un plan de recapitalización bancaria que podría costar hasta 99.000 millones de euros. Pero el presidente José Luis Rodríguez Zapatero sigue gastando.
De algún modo, Salgado afirma que de aquí a 2012 reducirá el déficit presupuestario al 3%. Sería desde todos los puntos de vista una hazaña extraordinaria, y requeriría un gran esfuerzo político. Pocos creen que lo consiga. El Gobierno dice que todavía no va a subir los impuestos, aparte de la subida sobre el tabaco y el combustible, que aportará 2.300 millones de euros, una gota en un océano frente a los 180.000 millones del presupuesto. Esto significa que a cambio deberá recortar el gasto. Salgado ha prometido recortar el techo de gasto para el próximo año un 5%, pero da muy pocos detalles sobre cómo lo va a hacer.
Los organismos de calificación ya rebajaron en enero la calificación crediticia de España. Ahora las previsiones de Standard and Poor's -que incluyen un déficit presupuestario del 4% en 2011- empiezan a parecer optimistas. El riesgo es que años de déficit persistente minen la confianza del inversor en la economía. Esto, parece, es algo que el Gobierno tal vez no haya aceptado del todo.
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