Lluís Pasqual o la 'deconstrucción' de la zarzuela
A Lluís Pasqual le gustan tan poco los libretos de zarzuela que en su primera incursión en el género se ha cargado la historia, ha salvado la parte musical y ha inventado un nuevo relato. Ha deconstruido la obra Chateau Margaux, como los nuevos cocineros con las antiguas recetas, y le ha añadido La viejecita. La suma de estas dos zarzuelas centenarias de Manuel Fernández Caballero fue estrenada esta semana en el Teatro Arriaga, en Bilbao. En Chateau Margaux no aparece ni rastro de la trama original. Pasqual ha reconvertido la zarzuela en un concurso de radio, en el que el escenario es el estudio desde donde se emite en directo y con público, y en el que los anuncios, desde Calmante vitaminado al popular jingle del Cola Cao, se intercalan con las actuaciones de los cantantes. La primera fila del patio de butacas se encuentra, en la evocación del vetusto estudio, ocupada por militares.
Sin entreacto, siguió La viejecita, como si fuera una representación emitida en directo desde el estudio. El nexo de las dos zarzuelas es el ambiente de la radio española de los años 50, con sus micrófonos como cajones, los mensajes de adhesión a la dictadura, locutores con la popularidad de estrellas de cine y millones de oyentes incondicionales. Pasqual ha sumado todo ello retomando los recuerdos de la infancia. La zarzuela fue su educación musical. La escuchaba por la radio. De hecho, La viejecita es la primera obra dramática que el director aprendió de memoria, cantables incluidos. "Estoy feliz porque este espectáculo para mí es diferente: no hay ni un solo segundo que no sea vivido, que no tenga relación conmigo y con mi generación", dijo tras el estreno.
Después de más de 30 años de carrera profesional, Pasqual se decidió a dirigir zarzuela. Su obsesión ha sido huir de la caricatura de los años de oro del género chico, aún manteniendo el estilo impostado de los actores del género a mediados del siglo pasado. "Alguien con 20 años puede pensar que es una exageración, pero la radio, la vida era así. Era de opereta".
Pasqual defiende que hay futuro para la zarzuela. "Es un género que se quedó absolutamente estancado y manipulado por el franquismo, creó mal rollo pero a gente ha seguido asistiendo a las funciones", añadió. "Y hay muchos títulos desconocidos, seguro que con una música estupenda. Se sopla, se quita el polvo y vuelve a brillar. La zarzuela debe ser una fiesta".
Babelia
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