La primera línea de mar cotiza a la baja
Los huracanes son cada vez más frecuentes e intensos - 200 pueblos costeros deberán ser trasladados o protegidos
-"¡Qué va, mi hija: ésa es zona de inundación! ¡ Pa'allá, ni muerto!".
La frase se ha convertido en una cruz para Mariela, que lleva años tratando de permutar su casita de un cuarto en la calle 1ª del barrio del Vedado, a escasos metros del malecón, en un cómodo reparto residencial de La Habana. "El Vedado le gusta a todo el mundo, pero cada vez que digo la dirección es lo mismo", se lamenta.
Como Mariela, miles de personas encuentran grandes dificultades para mudarse en Playa, Jaimanitas, Santa Fe y otros barrios costeros de la capital: las viviendas en primera línea de mar cotizan a la baja. Es verdad que antes también había inundaciones y huracanes, pero la gente asegura que hoy se producen con mayor frecuencia. Cierto o no, la psicosis es general.
"Aquí hay gente que lo ha perdido todo varias veces", dice un taxista
"Cada vez que Rubiera anuncia que se está formando una tormenta tropical, me echo a temblar", dice Miguel Ramírez, un taxista de 50 años que lleva la mitad de su vida viviendo en un garaje transformado en apartamento en el barrio de Miramar. El hombre al que Miguel se refiere es José Rubiera, director del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología, una de las caras más populares de Cuba por ser el principal experto en huracanes y el encargado de informar cuando anda cerca un ciclón.
Miguel dice recordar tres grandes inundaciones desde que lleva instalado aquí. "La primera, el agua me llegó a la rodilla. La de 1993, cuando la Tormenta del Siglo, a la altura de la cabeza. En la de octubre de 2005 [como consecuencia del huracán Wilma], el mar pasó del techo". "Esto va a más", resume. Sus vecinos lo confirman: "Aquí hay gente que lo ha perdido todo varias veces. Antes había quien se despistaba; ahora, cada vez que hay riesgo de penetración del mar, echamos a correr".
Desde el Instituto de Meteorología, José Rubiera quiere ser lo más preciso posible: "No está claro sí el cambio climático va a provocar un mayor número de huracanes por temporada. Pero sí hay consenso en una cosa: los ciclones serán cada vez de mayor intensidad". Ello se debe, entre otras causas, al calentamiento del planeta. Las aguas cálidas son alimento ideal para los huracanes. Y Rubiera da un dato recién salido del horno: la Organización Meteorológica Mundial acaba de declarar la década 2000-2009 como "la más caliente desde que existen mediciones".
El meteorólogo constata otro hecho: el año pasado fue especialmente "dramático" en la región; se formaron 16 tormentas tropicales, y "ocho se convirtieron en huracanes, varios muy intensos". De ellos, tres golpearon Cuba -el Gustav, el Ike y el Paloma-, provocando derrumbes totales o parciales en medio millón de viviendas (el 15% de las que existen en la isla) y arrasando un tercio de las cosechas.
Los científicos cubanos llevan años estudiando los previsibles efectos del cambio climático y en prepararse para enfrentarlos. Existen análisis precisos de, por ejemplo, cómo afectará el ascenso del nivel del mar y el incremento de las inundaciones en las poblaciones vulnerables. Se calcula que en las zonas costeras de Cuba viven alrededor de un 12% de los habitantes, 1.400.000 personas, concentradas en 245 asentamientos, 181 de ellos rurales y 64 urbanos.
"Durante este siglo, la subida del nivel del mar podría perjudicar a 94 asentamientos en costas bajas por debajo de un metro, en los que viven unos 100.000 habitantes. Dañaría, además, 42.000 hectáreas de tierra y más de 200.000 de manglares y otros recursos boscosos", alerta un estudio del Centro Nacional del Clima y del Instituto de Planificación Física.
Según Rubiera, la zona más proclive a sufrir los embates de los huracanes y al riesgo de las consiguientes penetraciones del mar es "la costa sureste, entre Cienfuegos y Pinar del Río". El meteorólogo señala que el Estado es plenamente consciente de que el reto es prevenir y adelantarse a los desastres. "La localidad de Guayabal, destruida en la costa suroriental por el huracán Paloma el año pasado, se reconstruye ahora a cinco kilómetros de la playa", comenta.
Unos 200 poblados que se encuentran a menos de un kilómetro de la línea de costa "eventualmente deberán ser trasladados o protegidos ante un cambio en las condiciones del mar", según fuentes del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
El cambio climático no sólo influye en los huracanes y las inundaciones. Los expertos cubanos, pioneros en el estudio de esta problemática en la región, consideran "especialmente temible" la agudización de la sequía en la región oriental, donde vive la cuarta parte de los once millones de cubanos. Otro asunto de gravedad es la desertificación y degradación de los suelos, que afecta ya a un 14% del territorio isleño y va a más. Se investiga también la relación entre el cambio del clima y la extensión de enfermedades contagiosas como el dengue.
Ramón Fimias Marín se pone las manos a la cabeza. Es un campesino privado de 77 años, residente en la localidad de Fomento, provincia de Villa Clara. Dice que nunca antes en su pueblo "la seca" había sido tan dura y prolongada. "Se me ha echado a perder el arroz y el maíz, y he tenido que cultivar caña para dar de comer al ganado", cuenta. Como Mariela y Miguel, Ramón cree que si el mundo "no espabila" acabaremos mal. Por la sequía o por los huracanes, da igual.
Punto de partida
- Emisiones. Los países de América Central y del Sur emitieron en 2006 1.138 millones de toneladas de CO2 (un 3,9% del total mundial). 28 millones corresponden a Cuba.
- Postura ante Copenhague. Fidel Castro dijo ayer mismo: "Debe exigírseles el máximo de sacrificio a los países más ricos y un máximo de racionalidad para el empleo de los recursos".
- ¿Qué se juega Cuba? Los efectos de huracanes cada vez más intensos, sequías e inundaciones en zonas bajas debido a la elevación del nivel del mar.
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