PP y CiU lamentan la falta de críticas hacia el Gobierno

Los dos mayores partidos de la oposición, PP y CiU, criticaron ayer el contenido de la marcha por no centrar sus críticas en la gestión del Gobierno. El malestar entre los dos partidos conservadores respecto a los sindicatos se dio a conocer a sólo dos días de que se celebre la Conferencia de Presidentes autonómicos, centrada casi en exclusiva en abordar la salida a la crisis. Todo lo contrario a la postura del Ejecutivo. Varios miembros del Gabinete recogieron el guante de los manifestantes y aseguraron que tendrán en cuenta sus reivindicaciones para las negociaciones del diálogo social.

El presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, lamentó la fiereza de los sindicatos contra los empresarios, cuando son éstos "quienes crean empleo", dijo en el congreso de los populares navarros. "Hay muchísimos empresarios y autónomos que lo pasan mal", señaló, para acto seguido reivindicar la necesidad de ejecutar una reforma laboral en España. "Hay que ayudarles a todos", concedió. El líder de la oposición lamentó que la concentración no pidiera un cambio en la política económica del Gobierno "contando con todos", ya que "en España sobra división y faltan proyectos políticos que sirvan para unir al conjunto de los trabajadores". Rajoy no detalló qué medidas estructurales deben tomarse en el mercado laboral, pero avanzó que mañana presentará un catálogo de medidas para combatir la crisis.

Mucho más agresivo se mostró el secretario general del PP madrileño, Francisco Granados, que tildó la concentración de "traición y burla" a la sociedad, y afirmó que este tipo de actos "sólo sirve para saber cuántos viven de los sindicatos".

Por la mañana, horas antes de que se celebrara la manifestación, el portavoz en el Congreso del partido nacionalista catalán CiU, Josep Antoni Duran Lleida, invitó a los sindicatos desde Barcelona a que centraran sus protestas hacia el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. El convergente acusó al Ejecutivo de no haber tomado "ninguna medida en favor de los trabajadores ni incentivar la creación de empleo".

Las declaraciones de estos grupos parlamentarios contrastaron con el respeto del Gobierno hacia la concentración de los sindicatos. El secretario de Estado de la Seguridad Social, Octavio Granado, fue el primero del Gabinete en hacer declaraciones. El Ejecutivo espera "estar a la altura de las demandas de los sindicatos, y contar con la complicidad de los empresarios", dijo en un congreso del sindicato UGT en Burgos.

El ministro de Fomento, José Blanco, aseguró que la movilización sindical de ayer "no va a pasar desapercibida" para el Gobierno, y apostó "por salir todos juntos de esta crisis, con el esfuerzo de todos y a través del diálogo social".

Blanco, en el discurso de cierre del congreso federal de la asociación agraria UPA, apostó por un "empleo de calidad", y respondió a las críticas de la oposición tildándola de "insostenible" y "carente de alternativas e incapaz de ir más allá de sus propios intereses".

Pero también hubo en la izquierda quien se lanzó contra el Gobierno. En este caso fue Cayo Lara, secretario general de Izquierda Unida (IU), quien pidió a Zapatero que dé un giro a su política económica. "No está en el país de las maravillas", dijo.

Lara instó a Zapatero a ser "valiente" en su política económica y a "despegarse de las ataduras de los grandes poderes económicos", remarcando el de la banca. Si el Ejecutivo no sigue estos pasos, advirtió Lara, los trabajadores terminarán por exigir una huelga general.