España repatria a 43.000 europeos en el primer día del plan de rescate
Los pilotos aconsejan separar los aviones a cientos de kilómetros de la nube
El primer día del plan de rescate puesto en marcha por el Gobierno español para facilitar el retorno de pasajeros europeos varados en aeropuertos de todo el mundo por la nube de ceniza volcánica alcanzó ayer a unos 43.000 pasajeros. Los viajeros fueron trasladados por las aerolíneas en 290 vuelos especiales (a razón de una media de 150 pasajeros por avión), con origen o destino en ocho aeropuertos españoles.
AENA no tiene determinado cuánto tiempo durará el dispositivo, ya que son las compañías las que van solicitando ayuda en función de sus necesidades.
El aeropuerto más utilizado para estos vuelos especiales fue Barcelona, (con 156 operaciones) desde donde salieron 135 autocares hacia diversas ciudades europeas. Entre el lunes y ayer se realizaron 12 vuelos especiales en Girona; en Palma de Mallorca, 50 (la mayoría de Air Berlín con destino a Alemania); en Fuerteventura, 27; en Tenerife Sur, 21; en Gran Canaria, 5; en La Palma, 1; en Málaga, 10, y en Madrid, 6.
Airbus realizó el lunes vuelos de prueba con un A-380 y un A-340
Nueva Zelanda implantó un sistema de cierre aéreo más flexible
Mientras, el tráfico entre España y el resto de Europa se fue recuperando, con 532 vuelos operados hasta las siete de la tarde de los 2.155 programados.
La mayoría de las aerolíneas ha fletado vuelos especiales para trasladar a sus pasajeros varados en los aeropuertos afectados. Ryanair decidió ayer extender un día más, hasta el jueves, las cancelaciones en el norte de Europa. Hoy y mañana sí realizará vuelos especiales para trasladar pasajeros de Canarias a la Península.
En la polémica por el cierre casi total del espacio aéreo europeo durante cinco días medió ayer la Federación Internacional de Asociaciones de Pilotos de Líneas Aéreas (IFALPA, en sus siglas en inglés), que dio una de cal y otra de arena. En un comunicado, considera que la reanudación de las operaciones en Europa es posible pero que las decisiones deben tomarse "al margen de consideraciones económicas y políticas".
IFALPA reconoce que crear un enfoque común es un reto para los países europeos, pero también que la recuperación de los vuelos plantea difíciles preguntas y también difíciles respuestas. La federación de pilotos recuerda que los aviones no están certificados para volar en nubes de ceniza volcánica pero también reconoce que hay experiencias de procedimientos para permitir los vuelos cerca de ellas, como los adoptados por Nueva Zelanda desde 1996.
En efecto, la autoridad de Aviación Civil neocelandesa (en cuyo territorio se encuentra varios volcanes activos) explica en una publicación del pasado año que durante las erupciones del Monte Ruapehu en 1995 y 1996, su "principal tarea fue gestionar el espacio aéreo afectado por la ceniza volcánica, con áreas restringidas y peligrosas".
Pero "este enfoque fue costoso para las aerolíneas y la CAA [la propia autoridad] y no tan efectivo como se requería".
Se planteó una serie de asuntos que abordar (más educación, la mejora de las predicciones y las alertas, una gestión pragmática del espacio aéreo). El organismo declaró que "el éxito en reducir la interrupción de la aviación por la ceniza está determinada por el flujo de la información sobre las erupciones y la comunicación de la información relevante a todas las partes interesadas".
En todo caso, IFALPA considera que no hay datos suficientes sobre el efecto de una contaminación débil por ceniza en los motores, por lo que recomienda que se establezcan amplios márgenes, "de cientos de millas inicialmente", respecto a las zonas vedadas al vuelo. Cien millas equivalen a 185 kilómetros.
Para probar las consecuencias de la ceniza, además de los vuelos realizados por las aerolíneas, el fabricante europeo Airbus llevó a cabo el lunes dos vuelos de prueba, ya programados con anterioridad. Un A-380 (el mayor avión comercial del mundo) voló desde Toulouse sobre cielo francés, a unos 9.000 metros de altitud, durante casi cuatro horas y un A-340 recorrió espacio francés y alemán durante cinco horas a 12.000 metros. Según Airbus, no se detectó "nada anormal" pero la compañía ha enviado la información recopilada en esos vuelos a los fabricantes de los motores, Engine Alliance y Rolls Royce, y a las autoridades para que la evalúen.
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