Cortocircuito en la Bolsa
Las máquinas-brokers deberán probar que son beneficiosas, no un peligro
La cancelación de la compraventa de acciones por parte de una bolsa de valores da una cierta sensación tercermundista. Pero las inviables grandes oscilaciones del jueves de algunas acciones en Estados Unidos llevaron al Nasdaq a anular unas ventas anotadas a precios aparentemente absurdos. En una de las sesiones más frenéticas que se recuerdan, el mercado de valores fue víctima de una combinación de miedo, fallos humanos y -por encima de todo- averías técnicas.
Los síntomas de angustia financiera en la periferia de Europa, el aumento de la presión fiscal en Asia y la posibilidad de un Parlamento paralizado en Reino Unido marcaron un tono pesimista desde el inicio de la sesión. Los rumores de que un operador torpe provocó, a continuación, un bajón en toda regla todavía siguen siendo rumores y no se han logrado probar. Pero fuera cual fuera el punto de salida, parece probable que las operaciones informatizadas -una fuerza dominante en el mercado de valores actual- distorsionaron las ventas masivas.
Una teoría es que los algoritmos diseñados para responder a movimientos inusuales del mercado metieron la superdirecta, lo que a su vez desencadenó las ventas de otros mecanismos de operaciones electrónicos. En cuestión de minutos, cualquier aparato que se guiara por tendencias se lanzó a la gran operación final.
Esto no debería haber pasado. Las operaciones electrónicas adoptan muchas formas distintas, pero en términos generales deberían ser buenas para los mercados. Se supone que trocear y dividir grandes operaciones en muchas órdenes pequeñas da una mayor liquidez y suaviza la volatilidad. Los bruscos cambios de ayer indican algo distinto. El Dow Jones llegó a perder durante un periodo muy corto 999 puntos, la mayor oscilación absoluta desde 1987.
Los controles y equilibrios diseñados para detener la caída libre del mercado no parecen haber funcionado. Las sociedades de Bolsa deberían haber sido capaces de evitar que las operaciones erróneas llegaran a afectar de verdad al mercado. Las Bolsas también deberían haber sido capaces de limitar los daños. Después de la crisis de 1987, la mayoría introdujo sistemas diseñados para evitar que los mercados sufrieran una caída libre por motivos técnicos.
Las Bolsas de Londres y Nueva York, por ejemplo, cambian automáticamente a modo subasta cuando los precios de las acciones individuales caen una cantidad determinada. Sistemas como este parecían estar funcionando con normalidad en el NYSE Euronext. Pero puede que las órdenes de venta demasiado dinámicas sencillamente hayan emigrado a plataformas alternativas.
Todo esto será leña para el fuego de los reguladores. Si los amantes de las operaciones informatizadas no quieren que les quiten sus juguetes, tendrán que demostrar que estas máquinas-agentes son beneficiosas, no un peligro. -
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