Más allá de la intervención
Nos encontrábamos el viernes en un momento en que empezaba a percibirse en la esfera económica y política internacional que España estaba comenzando a tomar medidas para enderezar el rumbo de la economía. Parecía estar surgiendo la oportunidad de dejar atrás, al menos, parte de la incertidumbre. Los analistas internacionales empezaban a creer que España puede salir adelante, aunque aún sean precisos muchos esfuerzos. En medio de esas sensaciones, conforme se sucedían las noticias en la tarde y la noche, se veía venir la intervención de Cajasur.
Y la confirmación dejaba un poso de sorpresa y de pesar por un proceso que hubo de culminar de otro modo ya hace tiempo. Eso sí, la intervención de la caja fue rápida y con una menor parafernalia que la de CCM, porque todo estaba preparado. Para muchos, esta intervención puede suponer un paso más en la buena dirección, porque señalizan bien a las claras que el tiempo de las dudas parece haber terminado. En España debimos asumir hace mucho tiempo, cuando se hablaba de problemas de liquidez, que el trasfondo y el verdadero diagnóstico de la situación era un problema de solvencia para una parte del sistema financiero.
Se ha perdido un tiempo precioso, pero agua pasada no mueve molino y debemos mirar adelante. El FROB sí asumió el problema de solvencia y marcó las reglas del juego. Al contrario que en el caso de CCM, hoy contamos con una ventaja, la de la celeridad de actuar bajo el marco previsto del FROB. La caja cordobesa, con sus administradores ya sustituidos, será saneada y recapitalizada con fondos de este plan y los depositantes pueden estar tranquilos. Posteriormente, el Banco de España decidirá su futuro y, entre otras posibilidades, las menos traumáticas serían su encaje en el sector financiero andaluz o en otra solución nacional. Lo inoportuno es que haya tenido que pasar esto justamente ahora, con unos mercados tan volátiles y con una mayor prima de riesgo, pero también es verdad que se puede percibir a medio plazo como una oportunidad, puesto que este era el toque de atención que muchos esperaban.
A nadie se le escapa que la mayor parte de las cajas pasan estos días por procesos de negociación multilateral y contingente y cualquier cambio de magnitud en el orden de las integraciones -como la intervención de Cajasur- supone otra pieza que introducir en este complicado entramado. No exageraba, sin embargo, el Banco de España al afirmar que esta intervención es aislada y no afecta a la solidez del resto del sistema ni al mencionado proceso de reestructuración. La hoja de ruta del mismo, más aún tras esta intervención, parece clara. La reestructuración debe dejarse en manos de los profesionales y expertos y las propuestas deben estar fundamentadas sobre la base de una viabilidad a largo plazo, como prevé el FROB. Esto supone elegir con quién se va de la mano y cómo. Implica también determinar cómo se produce el saneamiento de activos y capitalización y cuáles son los costes de reestructuración.
Como ha evidenciado el caso de Cajasur, es importante demostrar capacidad de anticipación, saber "hacia dónde va el sector". En definitiva, situarse en un escenario en el que la solvencia tendrá que aumentar por vías hasta ahora poco exploradas (como las cuotas participativas, derechos políticos incluidos) y en el que la reforma de la Ley de Cajas impondrá un cambio en su gobierno corporativo para que aumenten el peso de profesionales en los órganos de gobierno. Entre otras cosas, para que algunos casos aislados no impregnen el buen hacer general de las cajas y del conjunto del sistema financiero español.
Santiago Carbó Valverde es catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Granada y consultor de la Reserva Federal de Chicago
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