Un rayo de luz
La evolución de nuestra economía, aunque ha mejorado algo, dista mucho de haber alcanzado su potencial de crecimiento. Lo más probable es que haya que esperar bastantes meses antes de recuperar unas tasas de crecimiento que permitan crear empleo suficiente como para que comience a reducirse el paro de manera significativa. En esto están de acuerdo la mayoría de los analistas. Los problemas, y a menudo las divergencias, surgen cuando se intenta pronosticar si la recuperación, cuando llegue, será o no sostenible.
Una buena parte de la respuesta se halla en el comportamiento de las exportaciones de bienes y servicios. Aunque este aspecto de la cuestión haya sido tradicionalmente relegado por las distintas Administraciones a lo largo de los últimos años, es quizá el más relevante a largo plazo ya que refleja la competitividad de nuestros productos y la evolución de la demanda interna en comparación con la de los otros países. El fuerte endeudamiento exterior de la economía, público y privado, procede en última instancia de la acumulación de los desequilibrios de nuestra balanza por cuenta corriente a lo largo de la pasada década, en la que llegaron a alcanzar el 10% de nuestro PIB, cifra verdaderamente insólita entre las grandes economías industrializadas del planeta.
Hay dudas sobre si seguirá la mejora del desequilibrio exterior cuando se recupere la demanda interna
Se ha achacado al euro la presunta pérdida de competitividad de nuestros productos, pero lo cierto es que, aun siendo muy relevante, la entrada en el área de la moneda común no ha producido un cambio sustancial en nuestro comercio exterior: es más, la participación relativa de los países de la eurozona en nuestras exportaciones de mercancías ha disminuido desde entonces, pasando del 60,4% al 56,7% aunque, para valorar adecuadamente estas cifras, hay que tener en cuenta que el crecimiento de la eurozona ha sido muy inferior al del resto del mundo.
Cuando se examina el porcentaje total de nuestras exportaciones de mercancías en relación con el conjunto de las exportaciones mundiales desde la adopción del euro podemos constatar que tan sólo hemos perdido una décima de participación, pasando del 1,8% al 1,7% del total mundial, según las estadísticas de la Organización Mundial del Comercio. Es una evolución notable ya que, en el mismo periodo, Francia perdió más de un punto e Italia cuatro décimas. Aun así, la proporción de nuestras exportaciones en relación con el PIB sigue siendo baja cuando la comparamos con países avanzados de nuestra talla. Alemania constituye un caso aparte, ya que en este periodo incrementó su participación en el comercio mundial.
Es interesante constatar que, desde el año 2000, hemos asistido a un crecimiento notable de las exportaciones de productos químicos, a una disminución del peso del sector del automóvil y a una notable reconversión del sector textil que ha permitido incrementar notablemente las exportaciones de productos de confección, con mayor valor añadido.
Por lo que se refiere a los servicios, la evolución ha tenido un signo diferente ya que se ha producido un aumento de nuestra participación en el comercio mundial del 3,5% al 3,8%, al revés de lo ocurrido en Francia e Italia. En conjunto, si sumamos los bienes y los servicios, nuestra participación en los intercambios mundiales ha permanecido constante en el 2,1%, por lo que podemos conjeturar que las cosas no nos han ido tan mal como podría parecer en una primera valoración de nuestra balanza por cuenta corriente.
Si queremos encontrar una explicación al desequilibrio exterior hay que considerar también las importaciones y los factores que las condicionan. Por una parte, los productos extranjeros son cada vez más competitivos dentro de nuestras fronteras y, por otra, la presión de la demanda interna ha sido mucho más intensa que la de nuestros socios de la eurozona.
Entre los ejercicios 2000 y 2008, la demanda interna de nuestra economía creció a un ritmo medio del 4,4%, frente al 2,0% de la zona del euro. Este mayor crecimiento se debió en buena medida a la burbuja inmobiliaria, que hizo que dedicásemos a la construcción seis puntos más de PIB que lo dedicado por otros grandes países de la eurozona. El resultado fue un rápido aumento de las importaciones y la aparición de fuertes desequilibrios comerciales a los que se añadieron, más tarde, el servicio de una deuda exterior creciente y las remesas de los inmigrantes que habían llegado a España atraídos por el rápido crecimiento de la economía.
La fuerte caída de la demanda en 2009 indujo a una drástica reducción del déficit de la balanza por cuenta corriente, desde el 9,7% del PIB en 2008 hasta el al 5,4%, y para el presente año es de esperar una nueva reducción, aunque no tan importante. La caída de la demanda interna en 2009 fue mucho más intensa en España que en la eurozona (-6,1% frente a -3,4%) y también lo será este año, según todas las previsiones. Las empresas han tenido que buscar fuera de España, y de la zona del euro, nuevos mercados para sus productos.
La cuestión que ahora se plantea es la de saber si la mejora del desequilibrio exterior se mantendrá cuando se recupere la demanda interna en España. A tenor de lo sucedido en lo que va de año, cabe tener algunas dudas, ya que tanto en abril como en mayo la tasa de crecimiento de las importaciones superó a la de las exportaciones. Es posible que se trate de un fenómeno pasajero, pero conviene seguirlo con atención. Otras partidas de la balanza por cuenta corriente registran una evolución positiva; de entre ellas cabe destacar la balanza de rentas, cuyo déficit se ha reducido considerablemente.
La marcha del sector exterior es fundamental porque determina la evolución de nuestro endeudamiento externo. Y aunque es un tema que requiere un análisis más detallado, por lo menos podemos constatar que la evolución de los últimos años permite albergar algunas esperanzas sobre la posibilidad de una mejora permanente, siempre y cuando sepamos tomar las medidas necesarias que ayuden a conseguir este objetivo.
José Luis Leal fue ministro de Economía y presidente de la Asociación Española de Banca Privada.
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