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Condenado un seminarista por abusos reiterados

Siete años de cárcel por un delito continuado de abuso sexual, 30.000 euros de indemnización para la víctima y prohibición de acercarse a ella a menos de un kilómetro durante nueve años. Esa es la pena que ha impuesto la Audiencia de Barcelona a Albert Tarés Montserrat, seminarista de 31 años, por violar de manera reiterada a un menor de 10 años con una discapacidad mental del 40%.

Los hechos ocurrieron el curso escolar 2006-2007, en la parroquia del barrio de Bellvitge de L'Hospitalet de Llobregat, donde acudía el niño cada martes para recibir dos horas de clases de refuerzo escolar. El tribunal considera que el seminarista le obligaba a bajar al sótano y allí le realizaba tocamientos y le penetraba.

Los jueces dicen que la violación se repitió "un número de ocasiones no determinado" y resaltan la gravedad de los hechos al tratarse de una parroquia, "donde la madre dejaba al hijo con absoluta tranquilidad". La sentencia concede plena verosimilitud a la declaración de la víctima y descarta "que sea una fabulación o que haya sido inducida por terceras personas".

Ignorancia sexual

Los jueces admiten que el menor desconoce en qué consiste una relación sexual, aunque sí explicó lo ocurrido con gestos, "escenificando, sin lugar a dudas, una penetración anal". La sentencia también explica que, pese a ser víctima de los abusos, el menor no dijo nunca a su madre o a otros miembros de la parroquia que no quisiera estar con el acusado. Sin embargo, los psicólogos precisaron en el juicio que el menor no puede inventar y memorizar unos hechos como los sufridos sin ser ciertos. El tribunal también resalta que tanto la madre como la tutora o la psicóloga del menor declararon que aquel año el niño estaba especialmente nervioso, tenía un comportamiento distinto o estaba más inquieto.

La defensa insistió ayer en la inocencia de su cliente y anunció que recurriría al Tribunal Supremo. En su opinión, la versión del menor no resulta creíble. El tribunal asegura que el abogado defensor tiene razón al decir que el menor "aporta datos diferentes en sus declaraciones", aunque añade que "en lo sustancial, el menor siempre ha repetido lo mismo", si bien "ha perdido espontaneidad por haber contado los hechos a un número importante de adultos".

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