Diez de diez para el 'Obra'

Casi todos lo que sucede en el Obradoiro entra en el terreno de lo excepcional. Lo es que un equipo obtenga una plaza en la ACB por una sentencia tras 17 años de litigios, también que la entidad logre armarse para salir a jugar, competir, ganarle al Real Madrid o al Joventut y caer al descenso enzarzado en luchas intestinas. Tampoco semeja lógico que se convoquen unas elecciones a la presidencia y las gane un hermano del mandatario saliente, el mismo que meses antes se postuló como jefe de prensa del club. Y roza el paroxismo que una vez elegido haya que dar marcha atrás porque el Comité Superior de Xustiza Deportiva declare nulos los comicios. Lo que pasó tras esa opereta va en la línea de lo sucedido antes y lo define Raúl López, dueño de Monbús y actual presidente del club. "No es nada normal", asume. López presidió el Breogán hasta hace cinco meses y protagonizó un trasvase sin parangón en el deporte profesional. "En Lugo estaba yo sólo contra el mundo, aquí somos un grupo de empresarios y todos sumamos para este proyecto", asegura.

Raúl López preside el equipo después de abandonar el Breogán de Lugo

Moncho Fernández regresa a Santiago y a una liga que conoce bien

A finales de julio, el Obradoiro era, por segundo año consecutivo, una incógnita. Sin jugadores, técnico, ni estructura deportiva, con la incertidumbre sobre quienes integrarían la directiva. No hubo certezas hasta agosto. Fue entonces cuando llegaron los nuevos dueños del club y el liderazgo de López. Con él accedió a la dirección deportiva, también desde Lugo, Chete Pazo. Lo primero que hizo fue llamar a Moncho Fernández para ofrecerle el puesto de entrenador.

Para Fernández entrenar al Obradoiro no es un encargo más. "Voy de casa al pabellón y del pabellón a casa, como en cualquier sitio, pero cuando salgo de viaje con el equipo sé que mi familia se queda en nuestro hogar". Compostelano de Pontepedriña, Moncho creció en los banquillos al tiempo que sacaba la carrera de Geografía e Historia. "Quería ser profesor", rememora. Bebió de las principales fuentes del baloncesto compostelano, siempre vinculado a los colegios. En Peleteiro conoció a Pepe Casal, hilo conductor del basket en la ciudad durante tres décadas, y con 19 años comenzó a dirigir equipos en La Salle. A los 30 ya estaba en ACB a la vera de Moncho López, en Gijón. Pasó por Lugo, pero donde sedujo a Raúl López fue cuando dirigió a Los Barrios, un modesto equipo gaditano con el que apeó al Breogán del ascenso a ACB. Llevaban cuatro meses sin cobrar y el club se disolvió tras aquellas eliminatorias.

Fernández conoce la LEB, viene de una experiencia breve en la ACB con Murcia y su concepto del baloncesto entronca con un sentido ético de la vida. "Muchos pensaban que en agosto era tarde para armar un equipo, pero teníamos tiempo, había jugadores en el mercado. Buscamos calidad profesional y humana. Los mejores equipos los hacen las mejores personas". Chete y Moncho fueron excluyentes en esa filosofía. No valían randas que las metiesen de tres en tres. "Los buenos profesionales suelen ser grandes tipos", matiza el técnico.

En ese perfil encontraron joyas como Bernard Hopkins, un veterano con 12 años de experiencia en ACB. "Ahí apostábamos sobre seguro". Otras incorporaciones despertaron más recelos. Oriol Junyent había aguantado solo unas semanas en el equipo la temporada anterior, con un rol marginal.

Llegó desde Puerto Rico Andrés Rodríguez, el director de juego a la europea que buscaba el entrenador. Ruffin y Kendall completan la terna de norteamericanos, siempre una parte sensible a integrar. Ni siquiera por ahí han surgido aristas. "Todos son chicos fantásticos", resume Tuky Bulfoni, capitán y único que repite del año pasado.

Bulfoni conoce la categoría, ésta es su sexta temporada en LEB. Y advierte: "Es una Liga para jugar duro, rara, he visto al último ganarle bien al primero, muy física, de contactos más allá del reglamento, con chicos que quieren demostrar que pueden llegar arriba y veteranos de amplia trayectoria".

En esa selva el Obradoiro se maneja con soltura. Lleva diez victorias en diez partidos, la segunda mejor racha de la competición tras un 13-0 que se marcó el Manresa hace nueve años, un pleno más sufrido de lo que muestra la estadística. "A veces nos cuesta, tenemos lagunas, pero entonces aparece la calidad del equipo como contra Ourense [este miércoles] cuando íbamos abajo y les dejamos en 20 puntos entre los dos últimos cuartos", explica Bulfoni. Obradoiro gana, pero sabe que vendrán tiempos duros en una competición en la que sólo el primero tiene el premio del ascenso y la otra plaza se juega en la lotería de los play-off. El año pasado ganó el CAI Zaragoza, que llegó a perder cinco partidos consecutivos. Por eso Moncho Fernández avisa. "La LEB te da tres y hasta cuatro oportunidades". Ellos no han gastado ni la primera.