Estancados
Los datos de la Contabilidad Nacional Trimestral arrojan, como siempre, una interesante luz sobre la situación de nuestra economía. El primer dato, el más comentado, es el que se refiere a su estancamiento, ya que el PIB no creció, ni decreció, en el tercer trimestre del año. En realidad, el hecho de que la actividad permaneciera en el mismo nivel debería ser considerado como una noticia relativamente buena, ya que el aumento del IVA en julio y el fin de las ayudas a la adquisición de automóviles provocaron la anticipación de compras de bienes duraderos, e incluso de viviendas, en el segundo trimestre del año. El que la actividad se haya mantenido constituye una grata sorpresa, ya que la mayoría de los analistas preveían una ligera caída.
La Administración central ha hecho un gran esfuerzo y ha reducido su déficit 2,5 puntos hasta septiembre
Es conveniente indagar las razones que han motivado esta evolución. La primera se encuentra en la aportación positiva del sector exterior, pues hay que tener en cuenta que la demanda interna cayó en más de un punto en relación con el trimestre precedente. El principal elemento explicativo de esta caída se encuentra en el consumo de las familias, que se redujo en más de un punto tras haber crecido un 1,5% en el segundo trimestre. A ello vino a añadirse la caída de la inversión en bienes de equipo que, tras un fuerte crecimiento en el segundo trimestre, descendió apreciablemente.
La mejora del sector exterior fue el elemento determinante de la evolución del tercer trimestre y requiere alguna explicación. En primer lugar hay que señalar que la temporada turística fue, en los meses cruciales del verano, mejor de lo previsto, ya que se produjo un aumento de más del 5% sobre el mismo trimestre de 2009. Las exportaciones de mercancías apenas progresaron en relación con el trimestre anterior, pero en los nueve primeros meses del año crecieron en volumen un 13,6% con relación al mismo periodo de 2009, tras haber caído un 12,5% en el pasado ejercicio. El aumento de este año implica, sin lugar a dudas, ganancias de cuotas de mercado, lo que constituye un hecho importante que hay que atribuir no solo a la debilidad de la demanda interna, que fuerza a las empresas a buscar mercados fuera del territorio nacional, sino también al esfuerzo de los exportadores para mantener su competitividad en los mercados internacionales.
No tenemos cuentas separadas para el sector exportador, pero los datos de la Contabilidad Nacional del conjunto del sector industrial nos pueden servir de guía. En los nueve primeros meses de este año se produjo una caída de la masa salarial del 3,8% en la industria, lo que contrasta con el aumento del valor añadido en la misma del 0,6%. A su vez, el empleo en el sector (medido por el número de ocupados equivalentes a tiempo completo) cayó un 5,4%, lo que implica un aumento de la productividad por hora trabajada del 6% y también que el ajuste en la industria pesa en gran medida sobre el empleo. Por lo que se refiere a la productividad, conviene recordar que el crecimiento de las exportaciones sugiere incrementos aún más fuertes que en el conjunto del sector industrial, lo que ha permitido a los exportadores absorber caídas de precios del 8% en el sector de los bienes de equipo y, de manera general, del 5% en los productos terminados, con exclusión de los energéticos. Por el momento, las ganancias de competitividad parecen proceder más de la reducción de los costes salariales que del aumento del valor añadido de los productos que fabricamos.
Como las importaciones crecieron menos que las exportaciones, el déficit por cuenta corriente se redujo hasta el 4,2% del PIB. Es, desde luego, una buena noticia, pero aún queda mucho camino por recorrer hasta equilibrar las cuentas con el exterior y reducir nuestro endeudamiento.
Los datos de la Contabilidad Nacional también nos aportan información sobre el comportamiento de familias, empresas y Administraciones públicas, pero solo hasta el segundo trimestre del año.
Por lo que se refiere a las familias, es interesante constatar una caída de las rentas salariales y no salariales, parcialmente compensada por el aumento de las prestaciones sociales. A pesar de la disminución de sus rentas, las familias pagaron en la primera mitad de 2010 más impuestos directos que un año antes, lo que motivó, finalmente, una reducción de su renta disponible. Para hacer frente al aumento de los gastos de consumo, las familias se vieron obligadas a reducir su tasa de ahorro y dedicar bastantes menos recursos a la compra de viviendas.
Las empresas no financieras, por su parte, consiguieron aumentar la producción mediante la mejora de la productividad, que reposó esencialmente sobre la reducción del empleo. El resultado de explotación lo dedicaron a la inversión (que creció bastante por encima del valor añadido) y a aumentar el ahorro para reducir su endeudamiento. La crisis financiera se reflejó con dureza en la evolución de los intermediarios financieros, que tuvieron que soportar un descenso muy fuerte de su excedente empresarial, lo que motivó la reducción de su ahorro y de sus inversiones.
Quedan, por último, las Administraciones públicas. Contrariamente a las empresas privadas, la masa salarial distribuida por estas instituciones aumentó un 1,1%, prácticamente al mismo ritmo al que crecieron sus gastos de consumo. Gracias al incremento de los ingresos procedentes de los impuestos, consiguieron aumentar las prestaciones sociales, pero tuvieron que reducir notablemente la inversión. El déficit disminuyó ligeramente, del 7,7% al 7,1% del PIB. Desgraciadamente, no tenemos todavía los datos de las comunidades autónomas, ni siquiera los correspondientes al primer trimestre de este año. Lo que sí sabemos, gracias a la puntualidad con que publican sus estadísticas, es que la Administración central está llevando a cabo un notable esfuerzo por reducir su déficit, reflejado en una disminución de 2,5 puntos en los nueve primeros meses del año en relación con el mismo periodo del pasado ejercicio 2009.
Los datos de la Contabilidad Nacional tienen la gran ventaja de su coherencia interna y deben servir de base tanto para el diagnóstico sobre la evolución de la economía como para abordar un debate sereno sobre nuestros grandes problemas y las opciones, pocas o muchas, que se presentan a la política económica.
José Luis Leal fue ministro de Economía y presidente de la Asociación Española de Banca Privada.
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