Compás de espera
La reacción de los mercados financieros al acuerdo de rescate de Irlanda, decidido por los ministros de Economía de la UE el domingo, no expresa el alejamiento definitivo de las amenazas que desde hace semanas se ciernen sobre la eurozona. Los mercados tampoco han recibido con excesivo entusiasmo el acuerdo para las reestructuraciones futuras de deuda pública. Aun cuando los indicadores de riesgo de la deuda pública de países como España tratan de estabilizarse, están ya situados en niveles muy elevados. Además, los mercados de acciones siguen penalizando a los bancos, asumiendo que el bajo crecimiento y el elevado desempleo son los principales factores de deterioro de la calidad de sus activos. Si, como es el caso de España, el endeudamiento externo de los sistemas bancarios es alto, la desconfianza acaba instalándose.
La transparencia es la vía para demostrar que el sistema bancario español es menos vulnerable que lo que cotizan los mercados. Hará bien el Banco de España en difundir rápidamente información suficiente al respecto y demostrar que tiene bien controlado al conjunto del sector. Algunas declaraciones de sus responsables transmiten la impresión de que son ajenos a esos procesos como los iniciados en las cajas, que ellos mismos están tutelando. En otras, que las preocupaciones dominantes tienen más que ver con reformas genéricas que con la supervisión de las entidades que están en el centro de atención. La mejor contribución que el Banco de España podría hacer es dedicarse a garantizar una total transparencia y demostrar que el trabajo de supervisión se hace de forma impecable. Esto también favorecería un mayor predicamento en el BCE, con el fin de no retirar prematuramente las posibilidades de financiación, paliativas del aún anómalo funcionamiento de los mercados mayoristas de financiación. El compás de espera abierto con el rescate irlandés no estará exento de tensiones adicionales.
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