"Sin mano, nadie me dará trabajo"
Un empresario abandona ante el hospital de Mataró a un inmigrante sin papeles que trabajaba para él tras sufrir un grave accidente laboral
"Entré a trabajar a las siete de la mañana, como siempre, y me puse a hacer unos protectores para un tubo de escape de un barco. Estaba pasando una de las piezas por el torno, cuando se me enganchó mano. Fue en un momento, sin darme cuenta. '¡He perdido la mano!', le dije a mi compañero. Llamó al jefe y me pasó el teléfono. '¿Te has hecho mucho daño?', me preguntó. 'Mucho', le dije. Me contestó que tenía que ir al hospital. 'Pero antes tienes que sacarte la ropa de trabajo, si no, nos jodes a todos".
Entre sollozos y angustiado por tener que revivir un episodio que no le deja dormir, J. A. N., de 41 años y nacido en Ecuador, recordaba ayer así por teléfono cómo el pasado 12 de enero perdió la mano izquierda en un accidente laboral en Vilassar de Mar (Maresme). "¿Qué voy a hacer sin mano? Así nadie me va a dar trabajo", se lamenta. El hombre estaba trabajando en una máquina de tres rodillos que curva piezas, cuando se enganchó la mano y el aparato se la aplastó. Su jefe le pidió que no dijese nada, según su versión. J. A. N. llevaba un año y medio sin contrato porque se había quedado sin permiso de trabajo y cobraba siete euros la hora. Antes, trabajó tres años con la preceptiva alta en la Seguridad Social.
"No quiero hablar de nada. Está todo en los juzgados y prefiero consultar primero con mis abogados", se excusó ayer Jaume Comas, dueño de la compañía CMN, donde trabajaba J. A. N. y dedicada a la fabricación de complementos náuticos. Los Mossos d'Esquadra detuvieron a Comas y a un encargado de la empresa por haber ocultado que el hombre estaba empleado de manera irregular cuando sufrió el accidente. Al empresario le atribuyen delitos contra los trabajadores, omisión del deber de socorro y obstrucción a la justicia. Al encargado, omisión del deber de socorro y encubrimiento. Ambos están en libertad, a la espera de que el juez les cite. 'Les hice caso [a los jefes]. Con unas tijeras me arranqué el jersey, ayudado por mi compañero. De camino al hospital, me dijeron 'cuando te pregunten cómo te lo has hecho, di que ha sido en el espigón'. Pero yo no sabía que era el espigón. 'Pescando, di que ha sido pescando y que te ha caído una piedra en la mano', sigue J. A N. Según su relato, el responsable del taller en Vilassar de Mar donde trabajaba, le llevó en coche hasta el hospital de Mataró. 'En urgencias, el encargado dijo: 'me lo he encontrado en la calle. Está hecha polvo su mano'. Y allí me dejó. Cuando me desperté, me habían amputado la mano'. Entre las llamadas y la elaboración del plan para tratar de evitar que las autoridades descubriesen que J. A. N. trabajaba sin los pertinentes permisos, asegura que sus jefes tardaron una hora en llevarle al hospital. 'Cuando una persona tiene un accidente así, hay que llamar a una ambulancia y avisar inmediatamente a la policía y la inspección de Trabajo', lamenta Borja Masramón, abogado que en nombre del Consulado Ecuatoriano en Barcelona, de la Federación de Entidades Ecuatorianas de Cataluña y de la Secretaría Nacional del Migrante de Ecuador defiende a la víctima. 'Estuve seis días en el hospital. Mi jefe me había pedido que no dijera nada, que siempre iba a estar pendiente de lo que necesitase, que me iba a ayudar con el alquiler y con el dinero que necesito enviar a mi madre. Pero al salir, me vi perdido. Me preguntaba: '¿Qué voy a hacer?', rememora. Sus compañeros de piso le animaron a denunciar los hechos. Además, en el hospital tampoco acababan de creer su versión: 'Me preguntaban todo el rato cómo me lo hice'. El 18 de enero, J. A. N. acudió al Consulado de Ecuador. 'Me estaba planteando regresar a mi país'. Pero ellos le aconsejaron que no dejase las cosas así. 'Estamos haciendo todas las acciones pertinentes para que le den una invalidez y la pertinente indemnización. También estamos tratando de regularizar su situación', explica Masramón, que lamenta que hay muchos accidentes laborales que no salen a la luz porque 'afectan a extranjeros que no saben cómo defenderse'. En este caso, el empresario ha reconocido que J. A. N. no estaba dado de alta en la Seguridad Social, según Masramón. J. A. N. no quiere hablar mucho más del tema. 'Ya no tengo fuerzas. Anímicamente estoy destrozado. Primero porque no veo a mi hija. Luego porque no puedo valerme por mí mismo. Estoy haciendo rehabilitación, pero me duele mucho. No puedo cortar el pan, ni prepararme la comida. A veces, si hay algún compañero [tiene una habitación alquilada en un piso en Mataró], le pido que me pele patatas o me pique la cebolla. Si no, me hago algo rápido, pasta y un par de huevos'. Su prioridad es poder legalizar su situación en España, país al que emigró hace ocho años con la idea de conseguir una vida mejor, donde se casó y dónde tuvo a su hija. Ahora teme que la cría se asuste al verle sin mano. Por eso pide que su historia se cuente sin nombres ni apellidos.
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