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Tribuna:Laboratorio de ideas
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La clase media y la crisis

José Luis Leal

Hace unas semanas, el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó las cuentas de las familias correspondientes a los tres primeros trimestres de 2010. Hay que señalar la claridad y la facilidad de consulta de estas cuentas, que son imprescindibles para comprender la evolución de nuestra economía. Y aunque el último trimestre suele proporcionar cambios importantes, especialmente en los flujos de ahorro, lo cierto es que la comparación de los tres primeros trimestres de 2010 con los correspondientes de 2009 proporciona una idea bastante precisa de la evolución de la renta de las familias españolas.

Los ingresos de los trabajadores autónomos, que contienen una mezcla de remuneración del trabajo y del capital, descendieron un 2,2% en relación con el mismo periodo de 2009, mientas que las de los asalariados lo hicieron en un 1,2%. Como el número de asalariados, según la encuesta de población activa, descendió, en ese mismo periodo, un 2,5%, la remuneración media por asalariado creció un 1,3%, cifra muy próxima a la variación de los precios. Dicho de otra manera, hubo una caída del empleo, pero los asalariados que lo conservaron mantuvieron, en líneas generales, su poder adquisitivo.

Si las familias quieren mantener el nivel de vida deberán recurrir al ahorro; el empleo estará estancado

El aumento de las prestaciones sociales compensó en parte la disminución de los ingresos de quienes perdieron el empleo (6.100 millones frente a 4.700 millones de euros), si bien hay que tener en cuenta que los subsidios de desempleo son solo una parte de las transferencias que reciben las familias.

Los hogares españoles tuvieron también otras fuentes de ingresos nada desdeñables, una parte de las cuales figura en la rúbrica de las rentas de la propiedad, compuesta esencialmente de intereses y dividendos. Como consecuencia de la caída de los tipos de interés, y de los problemas de las empresas, el conjunto de esta rúbrica cayó un 21,5%, lo que corresponde a 10.000 millones de euros, es decir, casi el doble de lo que cayeron las remuneraciones salariales. De ellos corresponden 6.800 millones a intereses y 3.200 millones a dividendos. Los intereses abonados por las familias a las entidades financieras se redujeron en 2.000 millones, una cifra bastante menor que los 6.700 millones de reducción de sus ingresos. En términos netos, la caída de los tipos de interés significó para los hogares una reducción de ingresos de 4.700 millones de euros. Las familias españolas recibieron en los nueve primeros meses del año en concepto de intereses 13.800 millones de euros, mientras que pagaron, por este mismo concepto, 9.500 millones de euros.

Estas cifras, que sufrirán modificaciones en el último trimestre del ejercicio, reflejan sin lugar a dudas que la clase media española está sufriendo duramente el impacto de la crisis. Se tiende a veces a asimilar la condición de accionista a la de rico propietario, pero esta visión está muy alejada de la realidad.

Los bancos, por ejemplo, contaban a finales de 2009 con 4,5 millones de accionistas, de los cuales 1,9 millones poseían menos de cien acciones y 1,3 millones entre 100 y 500. Por otra parte, los depósitos a plazo en los bancos y en las cajas de ahorros están muy extendidos entre todas las categorías de la población, y a ello hay que añadir los fondos de pensiones. Aunque las desigualdades del patrimonio financiero de las familias son evidentes es incuestionable que muchos millones de españoles complementan sus rentas salariales con ingresos financieros de mayor o menor cuantía que, por otra parte, es lo mismo que sucede en todas las sociedades maduras.

Se trata de un fenómeno que ilumina con una luz interesante las consecuencias de las fluctuaciones de los tipos de interés sobre la renta de las familias, tanto en el lado de los ingresos como en el de los gastos.

Como las familias pagaron 2.200 millones en concepto de impuestos directos, su renta disponible se redujo en 11.700 millones de euros. A pesar de ello, los hogares incrementaron sus gastos de consumo en un 2,9%, es decir, unos 15.800 millones más que en 2009, año en el que la reducción del consumo fue muy importante (casi 26.000 millones de euros). Para financiar ese aumento las familias tuvieron que reducir sus inversiones (principalmente inmuebles) en 8.400 millones de euros y, sobre todo, redujeron su ahorro en 28.100 millones de euros, lo que significó que este último pasó a representar un 10,9% de su renta disponible, en vez del 15,9% alcanzado en el mismo periodo del año 2009.

Esta evolución plantea algunos interrogantes sobre el presente año. En primer lugar, hay que considerar que la tasa de ahorro sufrió un fuerte incremento en 2009 como consecuencia del impacto de la crisis y, probablemente, de la desconfianza de las familias sobre la evolución futura de la economía. Es posible que una parte de esta desconfianza haya desparecido, lo que parecen atestiguar las encuestas sobre la confianza de los consumidores, pero también es posible que la dureza del año 2009, en el que el consumo cayó un 4,3% en términos reales, llevara a muchos hogares a plantearse una drástica reducción de su tasa de ahorro para mantener, o al menos frenar, la caída de su nivel de vida.

Se trata de una cuestión clave para la evolución de la economía en el año que ahora comienza. Lo más probable es que el nivel general de empleo permanezca estancado o, si aumenta, lo haga solo muy moderadamente. Por otra parte, el ajuste presupuestario implica un incremento de los impuestos directos, a lo que hay que añadir el impacto de la subida de los precios del petróleo y de las materias primas. En sentido opuesto, los tipos de interés más bien tenderán a subir, aunque no demasiado.

Por todo ello, si las familias quieren aumentar su consumo en términos reales deberán reducir su tasa de ahorro.

En las previsiones del Gobierno no figuran hipótesis sobre la evolución de esta magnitud, pero la OCDE sí las publica. Para este año prevé una caída de un punto para financiar un aumento del consumo en términos reales del 1,7% (una décima menos que la última previsión del Gobierno). Dada la evolución constatada en los nueve primeros meses de 2010, y a la espera de ver lo sucedido en el último trimestre de dicho ejercicio, lo más probable es que se requiera una caída mayor de la tasa de ahorro para poder financiar un aumento del consumo de la magnitud prevista.

José Luis Leal fue ministro de Economía y presidente de la Asociación Española de Banca Privada.

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