El precio de la convivencia
"Y no llegues tarde", le repetía en buen tono la amá a la hija que había aparecido la pasada noche por casa a una hora que no era la pactada. La adolescente se lamentaba de que esa fuera la quinta vez que se lo decía. En la mesita de al lado y con un té verde auténtico, de esos que levantan la boina, yo asistía a un diálogo habitual estos días festivos en muchos hogares. Lo mejor fue escuchar, cuando la chavala se fue, la conversación de la ama desde el móvil con otras dos "colegas" con quienes acordaba de nuevo el horario y contrastaba el aspecto que en cada caso ofrecían cuando llegaron a sus casas. La convivencia tiene también sus normas incluso en plenas fiestas.
Me preocupan las posiciones de los partidos vascos en un momento clave para establecer los compromisos morales y las bases políticas de la convivencia para el tiempo nuevo que ha de vivir Euskadi. No podemos permitir que se acaben imponiendo las estrategias frentistas de cualquier signo, ni que se retrasen decisiones que servirían para afianzar el proceso de construcción de la paz y la convivencia en libertad. Cada cual sabe muy bien lo que tiene que hacer y cuánta generosidad debe aplicar en sus acciones para beneficio del conjunto de la ciudadanía vasca. ¿Realmente, es momento de afrontar una nueva relación entre España y Euskadi y de abrir consultas independentistas? ¿No será mejor centrar, por fin, todos los esfuerzos y toda la creatividad en priorizar la paz, ejercitar nuestro autogobierno sin la presencia de la perturbación del terrorismo y salir con el menor daño posible de la crisis global? No quiero que el País Vasco camine hacia el vacío y hacia otra confrontación con el Estado.
No quiero que el País Vasco camine hacia el vacío y hacia otra confrontación con el Estado
No tenemos una amá, ni nadie que nos diga lo que hemos de hacer. Tampoco podemos sacralizar los resultados coyunturales de las últimas elecciones en Gipuzkoa. Aunque reconozco que desde las filas del PSE-EE algo habremos hecho mal. El arte de la política consiste en situaciones conflictivas, como señala el lehendakari Lopez, en buscar la convivencia y la concordia, concertar cesiones mutuas y lograr compromisos históricos. Sin embargo, esto no significa anestesiar la Memoria, pasar la página de la reciente historia sin autocríticas o no querer mirar al pasado por cobardía moral. Existe el riesgo de cerrar las heridas en falso y además sin hacer el reconocimiento debido a las víctimas. ¿Qué precio vamos a pagar?
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