25.000 europeas viajan cada año a otro país para tratarse la infertilidad
España, por su legislación y calidad, acoge a un tercio de las extranjeras - Los ingresos de las clínicas por este concepto alcanzan los 40 millones
Unas 25.000 mujeres -con o sin pareja- viajan cada año dentro de Europa para someterse a una técnica de reproducción asistida. Es el llamado turismo reproductivo -un término que los médicos rechazan porque frivoliza el fenómeno-, una práctica que, según los expertos, se mantiene estable. El cálculo lo ha hecho un grupo denominado Fertility Counts, formado por miembros de la Sociedad Europea de Fertilidad.
España recibe aproximadamente a un tercio de estas 25.000 mujeres, que solo en tratamientos gastan unos 40 millones de euros, según estimaciones de este periódico. El director médico del Instituto Universitario Dexeus de Barcelona, Buenaventura Coroleu, afirma que en España "ha habido un auge" de estos tratamientos. El médico calcula que de los aproximadamente 40.000 procesos de fecundación in vitro que se realizan en España cada año, entre el 15% y el 20% de las pacientes son extranjeras. Es decir, unas 6.000 u 8.000 mujeres, a las que habría que sumar las que optan por otras técnicas, como la inseminación y donaciones de óvulos o embriones.
La Comisión de Reproducción aconseja no atender a mayores de 50
Coroleu y Antonio Requena, director general médico del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), coinciden en que hay dos motivos fundamentales para que muchas mujeres escojan España: una de las legislaciones más progresistas de Europa, en la que casi todas las técnicas están permitidas -"salvo los úteros de alquiler y la selección del sexo", matiza Requena-, y "la calidad de los centros", apunta Coroleu. El caso más claro es el de las italianas; en su país la legislación es muy restrictiva. En el IVI, por ejemplo, ellas representan el 42% de las extranjeras tratadas.
No solo las extranjeras son sensibles a estos atractivos. En España son ya más de 56.000 los tratamientos anuales de fertilidad que se realizan (desde in vitro hasta ovodonaciones). Y se calcula que cada año nacen unos 9.000 niños gracias a estas técnicas. Una cifra que, según los expertos, va en aumento. Por un lado, porque las técnicas mejoran. Pero también influyen los cambios sociales, con mujeres que retrasan la maternidad por la crisis, porque quieren esperar a tener una situación económica asentada o porque han estado esperando a tener pareja para concebir por medios naturales. Eso sí, en España, indica Requena, las clínicas suelen respetar la recomendación de la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida de no tratar a mayores de 50 años.
La primera causa de estos viajes reproductivos es la variedad de legislaciones. En una UE que tiende a unificar regulaciones, este es, como muestra el estudio, uno de los campos en los que hay más disparidad. Las diferencias son enormes. Mientras en los países nórdicos la media de tratamientos de fertilidad está en 2.200 por millón de habitantes, en Lituania y Letonia la proporción es de menos de 150. En esta lista, España está por encima de la media de la UE, con algo más de mil procesos por millón de habitantes.
La importancia de la legislación influye en cada detalle. Por ejemplo, Reino Unido tiene, como España, una amplia gama de servicios, pero al no estar garantizado el anonimato de las donaciones de óvulos o espermatozoides, los voluntarios se retraen.
También influye la gratificación que se da a los donantes, añade Requena. Algo especialmente importante en las de óvulos, ya que el proceso implica muchas más incomodidades que aportar espermatozoides. Por eso, en España estas contribuciones se gratifican "por las molestias" con unos 900 euros, indica el director médico del IVI. "No es lo suficiente como para que el dinero sea la causa para hacerlo, pero sí que anima", añade.
Si la gratificación para las donantes anima, tampoco el dinero que se queda en España derivado de los tratamientos es despreciable. Si se asume que cada año se trata a unas 8.000 extranjeras, y se calcula un precio medio del proceso de unos 5.000 euros (sin contar viaje y estancia), el negocio llega a los 40 millones.
La duda entre los expertos es qué pasará en el futuro. El informe de Fertility Counts aboga por una sincronización entre las legislaciones europeas. Curiosamente, los dos expertos consultados son pesimistas al respecto, pero por diferentes motivos. Requena cree que si los otros países van incorporando tratamientos, eso reducirá la demanda de centros españoles.
Coroleu pone el punto de mira en los cambios que pueda introducir un próximo Gobierno conservador en España, con restricciones a algunas prácticas (número de embriones, selección de estos). En ambos casos, el efecto sería el mismo: hacer los centros españoles menos atractivos.
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