Una isla amenazada
"Convertir Lanzarote en un jardín atlántico". Fernando Gómez Aguilera, director de la Fundación César Manrique, sintetiza en estas pocas palabras el proyecto artístico que el artista canario ideó para la isla a finales de los pasados años sesenta. Y uno de los ejes de este centro, dada la sobreexplotación de la isla con fines especulativos, es "defensivo", según Gómez Aguilera. Se continúa así la lucha activista que Manrique protagonizó contra el desarrollo turístico desmesurado. "La fundación proporciona informes medioambientales y modelos de gestión sostenible del territorio que han derivado en un diálogo muy crítico con las autoridades locales". El resultado se cifra en una treintena de denuncias abiertas contra diversas construcciones turísticas en la isla, "que afectan a 12.000 plazas hoteleras". "Hay que defender la excelencia turística, como ya hizo Manrique, basada en conservar la potencia del enclave natural y una gestión adecuada de sus recursos", según Gómez Aguilera. La Fundación César Manrique, constituida en 1983, apuesta para ello por la sensibilización social. "Hemos heredado su voluntad de incidir en la población a través de la cultura y el arte", con encuentros, exposiciones y otras iniciativas.
Y para comprender y empaparse del legado de Manrique, Gómez Aguilera recomienda visitar la casa museo del artista en el municipio de Teguise, actual sede de la fundación. "Fue su laboratorio tras regresar de Estados Unidos", explica, "donde a partir de la experimentación desarrolla sus ideas y filosofía artísticas". Manrique defendía la intervención en espacios sensibles, "pero escuchando a la naturaleza, no en conflicto con ella". "Establecía una relación de complementariedad, no de imposición", comenta Gómez Aguilera. Entre las creaciones de César Manrique escoge el Jardín de Cactus, su última obra en vida, situado en la localidad de Guatiza, un reducto agrícola dedicado al cultivo de cochinilla. "Convirtió un antiguo rocero [cantera] de ceniza volcánica, que había degenerado casi en una escombrera, en un jardín. Contiene una idea presente en todas sus obras: darle dignidad al paisaje". El jardín cuenta con especies traídas desde diferentes partes del mundo "y expresa cómo una visión cosmopolita del mundo no entra en conflicto con la defensa de lo local", explica Gómez Aguilera.
Para combinar la experiencia paisajística en la que César Manrique pretendía convertir la isla con la gastronómica, el director de la fundación recomienda conducir hasta El Golfo, un pueblo pesquero situado al oeste, con "varios restaurantes donde cenar un pescado excelente".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.