_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El problema

De impresionante se puede calificar la manifestación a favor de los presos de ETA organizada por el radicalismo nacionalista el pasado día 7. El hecho de que hayan transcurrido algunas fechas no mengua su actualidad ni trascendencia, pues no sólo la colosal afluencia de gente la convierte en una referencia política, sino que, además, las constantes manifestaciones de los líderes del PNV y PSE sumándose a la reivindicación del reagrupamiento de los presos por terrorismo en Euskadi la están erigiendo como un hito nada pasajero ni menor de la política vasca. En este sentido puede decirse que esta reivindicación se ha convertido en la cabeza de puente desde donde el nacionalismo radical arrastra a esos dos partidos al resto de sus propuestas. Por cierto, negociadas en su día en Loiola.

Es muy posible que la violencia de ETA haya desaparecido, pero sus seguidores han conseguido, ante un torpe comportamiento del resto, evitar que dicha ausencia suscitara un movimiento de reflexión social sobre la maldad del terrorismo y del proyecto político que éste ha generado. Por el contrario, la adhesión del PNV y del PSE a su reivindicación privilegia el mantenimiento de una dinámica activista que evita cualquier reflexión y la condena del reciente pasado. El resultado final puede mutarse en que el condenado sea el Gobierno del PP si rechaza las reivindicaciones nacionalistas.

El fundamento del problema reside en que, sin esa reflexión, supeditados a la espiral activista promovida por el nacionalismo radical, no habrá lugar a una Euskadi sustentada en valores democráticos, sino que lo será sobre las perversiones ideológicas que ha promovido el terrorismo. No sería el primer caso de sociedad afincada sobre la violencia, pero, afortunadamente, desde un tiempo a esta parte esas sociedades lo han pagado o lo siguen pagando, descubriéndose en la actualidad que las concesiones a la transgresión moral, la patria sobre cadáveres de inocentes, se acaban pagando.

Que nuestro pequeño país acabe encadenado al terror por incapacidad de nuestros gestores en hacer frente a una estrategia que busca entronizar en su seno lo que ha sido ETA lo llevará indefectiblemente a su desprestigio, y desde éste a su posible desaparición. La importancia del momento es vital para una futura Euskadi democrática, siempre que se sea capaz de pensar sobre lo que ha pasado. Si no se hace quizás sobreviva un tiempo, pero no será democrática. Llega el momento de avisar que tampoco hay lugar para excusas fatalistas como la de que la sociedad vasca está enferma. No; si está enferma es porque la enfermedad nos la ha inoculado la indolencia, el pragmatismo y el oportunismo de muchos que nos dirigen, incapaces en su confusión de hacer frente a reto tan importante. Pues la nueva etapa histórica no se abre porque ETA diga que ha dejado de matar; se abrirá si la sociedad vasca es capaz de condenarla.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_