Pensar con imágenes

Cuando en India la televisión reproduce algún capítulo de la serie dedicada a contar las aventuras de El Mahabhárata, su extensísimo poema fundacional, medio país se paraliza porque sus habitantes las viven en presente o, para ser más exactos, fuera del tiempo, en ese sintiempo donde lo eterno se repite sin desgastarse. Es la misma razón por la que allí se agotan una tras otra las ediciones del cómic de la casa Amar Chitra Katha que, en diez fascículos, narra las peripecias de su trama central. El Mahabhárata, sin embargo, es algo más que una gran epopeya localista: es un despliegue memorable de hechos y reflexiones ejemplares de carácter universal. Por eso fascina también en Occidente, como demuestra la estupenda adaptación teatral y cinematográfica de Peter Brook, el fascinante libro firmado por Roberto Calasso (K.) y la existencia de decenas de versiones del conjunto (las hay para niños, en verso, novelísticas, fieles al original, situadas en nuestros días) y de varios de sus capítulos principales. Sin embargo, El Mahabhárata gana mucho cuando es traducido a imágenes porque es con imágenes, tanto o más que con ideas, como pensaban los sabios de la remota antigüedad que lo compusieron y porque todo él apela a la mirada (la interior, la del corazón, tanto como la exterior, la de los objetos que viajan hasta la mente y se asientan en ella) y a una especie de imaginación trascendental de la que emana todo lo creado. Esto lo ha sabido entender y expresar de manera extraordinaria Gol, el autor de esta versión en cómic de El Mahabhárata, de la que Los Pándavas es la primera parte de las tres proyectadas. Gol, que tiene una larga trayectoria como creador de cómics históricos, de los que ha firmado unos 40 hasta la fecha, ha leído los episodios principales que apuntalan el drama (en este caso el origen común de los cinco hermanos Pándavas y de sus cien primos, esos arteros y malvados Káuravas con los que tendrán que enfrentarse a lo largo de decenas de miles de versos) y ha sabido traducirlos en recuadros de gran expresividad, que denotan un exhaustivo trabajo de documentación (vestimentas, armas, construcciones, especies de plantas y animales) y que en ningún momento pierden el ritmo. Una fabulosa obra para todas las edades que enseña deleitando, como quería la pedagogía clásica, y al revés.