Un pueblo sin ahorros
Gran parte del los vecinos de Moaña ha perdido la mitad del dinero que tenían en el banco, y están atrapados en este producto complejo y a perpetuidad. Se sienten engañados
"Me miró a los ojos y lo soltó sin pestañear: te he engañado, el producto en el que metí tus ahorros no era un depósito, era otra cosa, ahora tienes la mitad de lo que tenías”. De esta forma le explicó un empleado de la antigua Caixanova a Víctor M. N., un vecino de la localidad pontevedresa de Moaña, lo que había ocurrido con el dinero que él creía seguro en un depósito de ahorro convencional. Víctor es uno más de los 43.000 gallegos que invirtieron todos o parte de sus ahorros en un producto financiero que la CNMV recomienda solo comercializar a inversores avezados, las participaciones preferentes. En Moaña, que cuenta con algo más de 19.000 habitantes, es casi imposible hablar con alguien que no esté afectado directamente o tenga un familiar que haya comprado estas participaciones. Las acciones cotizan en un mercado secundario en el que las ventas y compras se cuadran entre los propios clientes de la entidad. Las pérdidas sufridas varían según las distintas emisiones pero rondan el 50% del total invertido.
La situación económica de Víctor es desesperada. Sufre una incapacidad permanente después de trabajar durante años en una empresa del sector del metal. Su mujer está en el paro y él percibe un subsidio de 670 euros mensuales por su lesión. Con eso tienen que mantener a sus dos hijos. Todos sus ahorros están en participaciones preferentes y obligaciones subordinadas. El relato de lo que le sucedió es muy similar al de docenas de afectados. El empleado de la sucursal que le atendió durante años le llamó un día y le recomiendó trasladar su dinero a un nuevo depósito que ofrecía una buena rentabilidad y además le permitía recuperar parte o la totalidad de su dinero en cualquier momento. Víctor accedió ya que confiaba plenamente en el empleado, al que conocía desde la niñez. En diciembre del año pasado se encontró con que no podía recuperar el dinero depositado y recibió la explicación ya señalada de quien hasta entonces le había asesorado. Ahora Víctor espera que llegue alguna solución por parte de la entidad o los Gobiernos central y autonómico. Su situación no le permite afrontar un largo proceso judicial.
Moaña fue el primer lugar de Galicia en el que los afectados se reunieron en una plataforma y comenzaron a realizar todo tipo de manifestaciones, dentro y fuera del pueblo. Las tres sucursales de Novagalicia Banco en el casco urbano tienen que cerrar con frecuencia sus puertas por las protestas. De momento ya hay más de 800 vecinos que integran la plataforma pero cada semana se suma, como media, una docena más. Y hay muchos que sufren el problema en silencio porque no quieren reconocer en público que fueron engañados. Antonio R., uno de los portavoces de la plataforma, explica que en cada familia hay al menos un afectado y a veces llegan a ser tres o cuatro porque en ocasiones hasta los padres suscribieron contratos de preferentes para sus hijos, cuando creían que estaban dejando sus ahorros a buen recaudo en un depósito. Antonio invirtió sus ahorros de diez años de trabajo y ahora se ha quedado en paro y sin gran parte del dinero.
Cada semana se incorpora una docena de personas a la plataforma de afectados del pueblo
La defensa de sus intereses por las bravas no es ajena a la gente de Moaña a lo largo de los últimos años. El pueblo ya tuvo un gran protagonismo durante la marea negra del Prestige hace diez años. Muchos marineros lucharon a brazo partido contra las manchas de petróleo durante la marea negra y, con la ayuda de la barrera natural que suponen las islas Cíes, lograron preservar a la ría de Vigo de la marea negra. Ahora no han podido impedir que otra plaga, esta vez financiera, se haya apoderado del pueblo. La epidemia no ha hecho distinciones y hay afectados en todos los sectores de actividad que forman la estructura productiva de la localidad: marineros, mariscadores, empleados del sector naval, operarios de la fábrica de Peugeot-Citroën de Vigo... Muchos de ellos sufren por partida doble porque están en paro o jubilados y no pueden disponer de sus ahorros.
Los afectados apuntan a los propios empleados de la sucursales como brazos ejecutores de una política de las cajas que apostaba por colocar las preferentes al mayor número de ahorradores posible, como fórmula para obtener recursos. Clodomiro Montero, responsable de la sección de Banca del sindicato CIG, señala que la venta de este prodcuto ha causado graves problemas a docenas de empleados, acusados por sus propios familiares de haberles inducido a colocar sus ahorros en un producto de alto riesgo. Los trabajadores se veían presionados por la dirección de las antiguas cajas, especialmente de Caixanova, a vender las preferentes a todo tipo de inversores, pese a tratarse de un producto complicado.
En Moaña y en otros muchos puntos de Galicia esperan que alguien les ofrezca una solución. La Xunta propone a los afectados que recurran al arbitraje (aún no autorizado por Bruselas) y la Fiscalía General de Galicia ha anunciado para las próximas semanas una demanda contra Novagalicia, que reúne más de 1.700 casos de afectados de toda la comunidad autónoma. Los moañeses no se fían de nadie y advierten que seguirán luchando en la calle hasta que les den una salida. Ni siquiera les sirvió que el actual consejero delegado de Novagalicia Banco, César González-Bueno, apareciese un día en una protesta celebrada en el pueblo para decir que el venía a manifestarse porque también quería un arreglo. El tiempo de las explicaciones sin solución ya se ha acabado en Moaña.
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