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Las entrevistas más duras del mundo

Google, McKinsey o Facebook presumen de complejos procesos de selección. Superarlos requiere brillantez, disciplina y mucha preparación

¿Cuántas vacas hay en Canadá? ¿Y coches rojos en España? ¿Cuánto papel higiénico sería necesario para cubrir el Empire State Building? ¿Cuál es la probabilidad de romper un palillo en tres trozos y formar un triángulo? Dime algo de lo que no te sientas orgulloso en tu currículo. Estas son algunas de las preguntas que Google, Procter & Gamble, McKinsey o Facebook realizan en sus entrevistas de trabajo. No siempre, ni en todos los puestos ni países, pero rara es la ocasión en la que no aparecen cuestiones de este tipo. A ellas se unen eternas rondas de entrevistas telefónicas y presenciales, ejercicios matemáticos y técnicos, pruebas de creatividad y personalidad… todo para escoger al mejor entre los mejores.

Junto a ellas, The Boston Consulting Group (BCG), Apple, Shell o Amazon son también famosas por sus enrevesadas entrevistas de trabajo, las más duras que existen, según el portal de empleo Glassdoor. Sebastián Giménez, socio de McKinsey y responsable de contratación en España, explica el proceso en su firma: criba inicial de currículos, test de lógica y matemática y, una vez superado, entrevista de una hora cuya parte central consiste en diseccionar un caso de negocio tan concreto como complejo.

“Planteamos casos reales y ficticios. Por ejemplo, qué precio debería poner una operadora a su oferta combinada de ADSL, llamadas y televisión. O, si existiera la máquina teletransportadora, qué negocio plantearías con ella”, agrega. Buscan tres elementos en las respuestas: que el candidato sepa estructurar el problema, que tenga en cuenta todas las variables posibles y que sea creativo planteando soluciones.

Pau Sabria, ingeniero de telecomunicaciones de 32 años, sufrió el proceso de selección de McKinsey nada más graduarse. “Me preguntaron qué estrategia seguiría en una empresa de consumo para desarrollar y comercializar una marca blanca, cómo afectaría a la rentabilidad, qué pasaría si los competidores hicieran lo mismo… Se trata de romper el problema en pedacitos, ir pensando en voz alta, ser muy analítico y creativo”. Sabria no superó la entrevista, pero sí la que le hicieron meses después en BCG, competidor de McKinsey. Allí trabajó tres años hasta que lo dejó para montar su propia start-up de Internet, Olapic, con sede en Nueva York.

Si McKinsey se centra en casos prácticos, a Google, cuyos portavoces declinaron participar en este reportaje, le gusta recurrir a rebuscados “rompecabezas” (brain teasers, en inglés). Los utiliza para medir la capacidad del candidato de resolver problemas fuera de su zona de confort. En el reciente libro ¿Eres lo bastante inteligente para trabajar en Google?, el escritor William Poundstone ha recopilado algunos ejemplos.

Una muestra: ¿Cómo encontrarías las dos estrellas más cercanas en el cielo? Explica a tu sobrino de ocho años y en tres frases qué es una base de datos. ¿En qué nadarías más rápido, en agua o en sirope? Imagina que te transformas en una moneda y te tiran en una batidora; tu masa se reduce, pero tu densidad es la misma; las cuchillas comenzarán a girar en 60 segundos; ¿qué haces?

El candidato debe superar unas seis reuniones y pruebas prácticas

“Generalmente no hay una respuesta correcta, son preguntas abiertas, miden la creatividad, el pensamiento lateral y la capacidad de cambio. Mucha gente en Google ya no trabaja en el mismo puesto para el que fueron contratados, buscan versatilidad”, explica Poundstone por correo electrónico. Según él, Microsoft fue en realidad quien inventó estas prácticas que hoy Google, Facebook y otras han adaptado y mejorado. “Microsoft fue el primero en transformar la entrevista en una especie de examen de tesis doctoral. No te preguntan cuáles son tus conocimientos y habilidades, los tienes que demostrar”, añade.

Diego Melendo, ingeniero de 24 años, lleva dos años trabajando en la sede de Google en Mountain View (California). Para entrar superó dos entrevistas telefónicas y cuatro en persona. “La primera es general, para conocerte. La segunda ya es técnica, con ejercicios sencillos. En las presenciales van a saco: te plantean un problema de la vida real que no has visto nunca, te dan papel y boli y tienes que crear de cero y en 40 minutos un programa para resolverlo”, explica por teléfono. Melendo también tuvo que responder rompecabezas como el de la batidora, aunque no especifica cuáles por acuerdos de confidencialidad. “Suelen salir al principio, para romper el hielo y ver cómo piensas, cómo funciona tu cerebro, pero no siempre aparecen, depende del entrevistador”.

El proceso de selección de Google es estándar en todo el mundo. En Microsoft, sin embargo, se adaptan a las necesidades locales. “En España no utilizamos rompecabezas complejos, los puestos no lo requieren, pero si buscas gente capaz de solucionar problemas, son buenos para medir la capacidad analítica”, señala Esther Pérez, responsable de recursos humanos en Microsoft España. Según McKinsey, los bancos de inversión, las consultoras, las grandes firmas de consumo y determinadas tecnológicas son las que ponen el listón más alto en los procesos de selección.

Facebook se ha subido a la lista. César Puerta, ingeniero de 32 años, intentó superar la ronda de entrevistas de la red social. “Primero tuve tres telefónicas, dos con ejercicios técnicos y una general. Las superé y me llamaron para otras cuatro presenciales en su sede de California. Cubrieron todos los ámbitos con entrevistadores de varios departamentos; más bien parecía un examen”, explica Puerta. No hubo éxito.

Después envió el currículo a Twitter. Tras dos entrevistas telefónicas y seis presenciales en San Francisco, le ofrecieron el puesto. “Fue como una prueba de resistencia, pero más cercana y fluida que en Facebook. Me entrevistaron mis propios compañeros de trabajo, hubo más empatía”, añade. En octubre se incorpora.

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