Jijona quiere ir más allá del turrón
Las empresas de la localidad alicantina tratan de reducir la dependencia de su producto emblemático y de la Navidad
Jijona, un pueblo de Alicante de 7.700 habitantes, disfruta de una situación de cuasimonopolio. Alberga la mayor parte de las empresas del turrón y el 60% de la facturación del sector. Quitando El Almendro (que emigró de Jijona a Toledo tras ser comprado por De la Viuda), Lacasa y Suchard, que hace sus turrones de chocolate en Austria, casi toda la industria está en este pueblo, que apenas se ha visto golpeado por la crisis. Lo de que el turrón y los mazapanes tienen que estar sí o sí en las mesas españolas en Navidad le ha puesto en buena parte al abrigo de las inclemencias que han vivido otras zonas. Pese a que en 2012 la facturación de esta industria cayó un 1,5%, entre 2009 y 2011 se ha mantenido estable, en los 270 millones de euros.
El turrón es decisivo para el pueblo, que acoge además una planta de Procter & Gamble (la antigua Ausonia), con 500 trabajadores. Las 23 firmas (14 industriales), entre las que destacan Sanchis Mira (Antiu Xixona y La Fama), Almendra y Miel (El Lobo y 1880), Enrique Garrigós Monerris (El Abuelo), Mira y Llorens (El Artesano) o Turrones Picó, dan trabajo, según Federico Moncunill, secretario general del Consejo Regulador del Turrón de Jijona, a 2.000 trabajadores, directos e indirectos. Ahora bien, para Jijona, la situación de esta industria dista de ser ideal por su fuerte estacionalidad: las ventas se concentran en las tres o cuatro semanas de Navidad y el trabajo solo empieza a ser intenso a partir de agosto o septiembre. “En nuestra empresa”, dice Miguel Ángel Miralles, de Mira y Llorens (El Artesano), “trabajan unas 20 personas todo el año, y unas 50 durante la campaña”. En Almendra y Miel, la diferencia es mayor: 40 personas de modo permanente y 150 en los meses de otoño.
Los productos navideños aportan entre el 80% y 90% de la facturación
A las empresas tampoco les beneficia la excesiva estacionalidad. Hay unas estructuras de producción que se usan solo parte del año. “Te complica el manejo de los pedidos y las plantillas y te obliga a actuar con mucha anticipación”, explica José Manuel Sirvent, gerente de Almendra y Miel (El Lobo y 1880). De ahí que la intención de diversificar se haya acentuado ahora, con el estancamiento de las ventas. Y con toda lógica: estas empresas centenarias tienen una larga experiencia en el manejo de las materias primas, los procesos, los canales de ventas o el marketing. Su estrategia en los últimos años se ha basado en atacar varios frentes: uno de ellos, la desestacionalización del propio turrón para darle un uso diario (bajo otros formatos y sabores), que pueda encontrar su sitio en el mercado de impulso.
Las empresas han tratado también de lanzar nuevos productos, por ejemplo líneas de chocolates, de dulces o de productos como el turrón líquido para la hostelería gourmet. El tema del chocolate parece estar funcionando muy bien para algunas empresas, sobre todo para Sanchis Mira, la mayor turronera de la ciudad (La Fama, Antiu Xixona…), que logró convertirse en interproveedor de Mercadona y produce buena parte de las líneas de chocolates de esta cadena. En el caso del turrón, lo de convertirlo en un producto cotidiano solo funciona fuera de España, donde no está ligado a la Navidad. De hecho, la exportación empieza a coger velocidad. En tres años, las exportaciones subieron un 27%, desde 31 hasta 40 millones de euros, con lo que compensaron la caída en España, que fue del 3,3%. “Hace cinco años vendíamos fuera el 7%, y ahora estamos en el 15%”, apunta Miralles. En el caso de Almendra y Miel, ese porcentaje sube al 30%. Además de ir a Latinoamérica (donde llegó a haber fábricas en Cuba y Argentina), “estamos vendiendo cada vez más en EE UU, a países de Europa como Holanda o Alemania y a emergentes como China, Rusia o los Emiratos”, dice Moncunill.
En tres años, las exportaciones han subido un 27%, de 31 a 40 millones
Difícil ha sido también la penetración de sus nuevos productos en los mercados de la dulcería o la compra por impulso en España (quioscos, gasolineras, cines, etcétera), donde la presencia de las multinacionales es asfixiante. “Es muy difícil luchar contra ellos”, dice Francisco López Merlos, de Turrones Picó. “Mientras que mi empresa factura 13 millones y Antiu Xixona, la mayor, 60 millones, Suchard supera los 400 millones”. Al final, los productos navideños siguen siendo el 80% y 90% de la facturación de estas empresas: la desestacionalización está aún por demostrar. De todos modos, 2013 va a marcar una nueva etapa. La diversificación empieza a consolidarse; las ventas en el exterior, ídem, y todo indica que el mercado interno se va a animar estas Navidades. “2012 fue nuestro peor año”, comenta Moncunill, “por el IVA y la supresión de la paga de los funcionarios, pero este año creceremos el 5%”.
Pero no todo es dulce en el mundo del turrón: los empresarios se quejan de que van a disfrutar poco con el aumento de ventas, ya que sus márgenes se van a reducir por la fuerte subida de la almendra, principal materia prima del turrón. Tanto ha subido, que han tenido que elevar, a su vez, el precio del turrón, y eso ha llamado la atención de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que ha enviado los inspectores a Jijona a investigar si ha habido pacto de precios. Estos lo niegan, pero alguien en el sector asume que algo puede haber habido “con el producto de marca blanca, que supone el 60% de la producción de turrón de la ciudad”.
La investigación ha molestado a los industriales. “No sé cómo van a poder probar si se han reunido para fijar precios, ya que se trata de un pequeño grupo de familias que se conocían entre sí ya en la época de sus abuelos”, una opinión con la que coincide Sirvent: “Aquí nos conocemos todos, esto es muy pequeño”.
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