Europa pide otra vuelta de tuerca
Antes de que los Presupuestos Generales del Estado reciban el visto bueno del Parlamento, Bruselas advierte de que los sacrificios hechos hasta ahora son insuficientes
Antes de que a los Presupuestos Generales del Estado les den el visto bueno definitivo los órganos de la soberanía nacional (el Congreso y el Senado), Bruselas aporta su opinión sobre los mismos, en apariencia simples recomendaciones, en realidad decisiones que pueden corregir las del Parlamento. El comisario de Economía de la Comisión Europea (CE), Oli Rehn, entiende que con los números presentados a Europa por el Gobierno Rajoy para el año que viene, y con los cuadros presupuestarios de 2015 y 2016, son insuficientes los sacrificios hechos hasta ahora por los ciudadanos (menos gastos, más impuestos) para cumplir los objetivos del déficit público y se necesita un ajuste adicional de aproximadamente 3,5 puntos del PIB —entre 35.000 y 37.500 millones de euros. Cuando el ministro de Economía español, Luis de Guindos declara con la boca que “la Comisión no pide que se corrijan los Presupuestos”, con los ojos dice lo opuesto. Otra vuelta de tuerca.
Se cede otro trozo de soberanía económica, lo cual no sería extraño en un proyecto regional compartido que tiende a aumentar los compromisos de los países socios. La cuestión es a quién se cede esa soberanía y a quien representa Oli Rehn. Lo ocurrido la pasada semana en Bruselas es una función de teatro en tres actos. En el último, la CE denegó a España el visto bueno a sus Presupuestos. Las recomendaciones (nuevos ajustes) no son aparentemente vinculantes pero la Comisión tiene abierto un expediente por déficit excesivo a España, el cual podría conllevar sanciones (un porcentaje del PIB) si no se aceptan sus consejos.
Aconsejan enviar la troika a Alemania para corregir desequilibrios
El segundo acto, representado unos días antes, tuvo dos partes muy diferenciadas, de distinto tono. Casi al tiempo que la CE aceptaba la finalización del rescate a los bancos españoles que se había pedido en junio de 2012 (41.300 millones de euros, de los que los ciudadanos españoles habrán de pagar, al menos, tres de cada cuatro euros prestados), el mismo organismo daba la de arena: pese a los esfuerzos hechos para corregir los desequilibrios macroeconómicos (parte retórica del comunicado), se mantiene a España en el punto de mira de la Comisión ya que suspende en seis de los 11 indicadores que mide Bruselas (sobre todo, en los referidos al paro y a la deuda pública) y sigue perteneciendo al pelotón de los torpes en el que figuran los países con “graves desequilibrios”. La cuestión es: si el paro es el miércoles el problema más importante de nuestro país, y éste sólo se corrige con crecimiento, ¿por qué el jueves se pone el acento en el déficit público y en ajustes añadidos para corregirlo, sabiendo que estos ajustes provocarán más desempleo?
En ese mismo informe sobre los desequilibrios europeos, la CE abrió por primera vez un mecanismo de alerta por los desequilibrios alemanes (el abultado superávit exterior, superior al 7% del PIB), que sólo supone una amonestación. “El gran superávit alemán”, dijo la CE, “puede poner presión para que el euro se aprecie”, y ello hace más difícil “la recuperación de la competitividad en la periferia pese a la devaluación interna”. Alguien, con gracia, dijo que había que enviar la troika a Berlín.
El problema principal es el paro pero la política se centra en el déficit
La función había empezado una jornada antes: la oficina de estadísticas Eurostat constató un frenazo en la recuperación de la zona (crecimiento tan sólo de un 0,1% del PIB), motivada sobre todo por los números anémicos de Alemania (0,3%) y de Francia (en terreno negativo). Estos datos, más una inflación reducidísima (0,7% en la eurozona) fueron los que invitaron al Banco Central Europeo a reducir sus tipos de interés al 0,25%, el porcentaje más bajo de su historia.
Si se saca un vector dominante de esta sucesión de situaciones, más allá de las declaraciones vacías (Durão Barroso: “La vuelta al crecimiento demuestra que la política económica europea funciona”) éste sería que la aplicación simultánea de la austeridad en países tan distintos ha conllevado a una gran caída de la demanda y a la multiplicación del desempleo. El único país fuerte que podría compensarlo es Alemania, pero al mantener los superávit, su demanda es anémica y obstaculiza la salida de la crisis a los países con problemas, obligados a aplicar más recortes de los que es aconsejable.
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