Los países en desarrollo temen que la Reserva Federal siga recortando la liquidez
Bernanke marca el camino para la retirada progresiva de los estímulos antes de que Yellen se ponga al frente de la Reserva Federal
Ben Bernanke se va. Pero antes de que Janet Yellen le tome el sábado el testigo en la presidencia de la Reserva Federal podría decidir este miércoles cerrar un poco más el grifo de la liquidez a la economía. El banco central de EE UU ya dio el primer paso en diciembre, con un recorte de 10.000 millones de dólares (7.321 millones de euros) que redujo a 75.000 millones mensuales el programa de compra de bonos.
La autoridad monetaria estadounidense optaría de esta manera por seguir su propia partitura, pese a las turbulencia de los últimos días en el cambios de las divisas de los países emergentes. La prioridad de Bernanke era dejar el camino marcado para la retirada progresiva de los estímulos antes de que el viernes acaben sus ocho años de mandato y Yellen se ponga al frente de la Fed.
El momento del inicio de la transición hacia la normalidad monetaria es delicado. El pasado verano ya se vivió una situación similar en los mercados emergentes, cuando Bernanke se refirió por primera vez al calendario de retirada de estímulos. Pero como entonces, ahora la Fed evita dejarse presionar. Los movimientos de la lira turca o el peso argentino no son su responsabilidad.
No lo ve así el Fondo Monetario Internacional. El organismo que dirige Christine Lagarde sigue de cerca el proceso, por los riesgos que tiene para el economía global, aunque en este momento no ve efectos en las economías de los países emergentes por los ajustes en las carteras globales de inversión. Lo que sí pide a la Fed es que comunique bien la estrategia y retire los estímulos sin prisas.
A la nueva gestora de la Reserva Federal le tocará, por tanto, lograr un complicado equilibrio. La recuperación de la economía de EE UU avanza por delante al resto y eso justifica que se modere las inyección de liquidez a la economía. Y como insistió Bernanke durante su mandato, lo que es bueno para EE UU es bueno para el resto del mundo. La cuestión es si logra convencer.
Sin embargo, también está por ver si los movimientos caóticos de los últimos días son síntomas realmente de una crisis en los emergentes como la de finales de 1990 que pueda acabar afectando a EE UU. Lo que es cierto es que estos países ya no son tan atractivos para los inversores como durante el colapso financiero de 2008 y la caída en las materias primas también daña a muchos.
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